La ministra de Transición Ecológica debiera haber incluido en su visita del lunes (Zaragoza solo, según el programa oficial) un recorrido por Andorra, donde aún esperan una explicación razonable de lo que acontecerá tras el cierre de la central térmica y las explotaciones mineras. Nadie negará que se han perdido oportunidades anteriores y que el fin del carbón debería haberse resuelto previamente con planes y acciones alternativas. Pero ahora ha llegado la hora de las decisiones definitivas y no es posible que estas se produzcan dejando en el aire a comarcas enteras y sin que ni Endesa, la compañía que explotó las instalaciones a punto de ser clausuradas, ni el Gobierno central asuman compromiso alguno.

La ministra Ribera debe explicar cómo afronta su ministerio las consecuencias de la situación que se va a plantear en Andorra. Porque una cosa es atender las reparaciones medioambientales que exige el cambio climático, y otra hacerlo por las bravas sin atender a las gentes que durante decenios contribuyeron con su trabajo a producir la energía que el desarrollo de España necesitaba.

El presidente Lambán se está empleando en este tema con singular energía, y bueno será que el conjunto de las fuerzas políticas y sociales aragonesas le secunden en una acción colectiva que debe estar por encima de electoralismos e intereses particulares. Hay mucho en juego.