Casi todos los ministros de interior pasan por dos etapas. Una muy corta, al principio, nada más tomar posesión, donde parece que las novedades y los cambios van a ser trascendentes; y, otra, más larga, hasta el final de su mandato, en la que la inexorable maquinaria interior de ídem les atrapa, porque perseguir el delito y detener a los delincuentes no es tarea que acepte fórmulas mágicas o novedosas. El nuevo ministro de Interior está pasando por la primera y, poco a poco, llegará a la segunda, y se arrepentirá de haber criticado a su antecesor, porque el destino de todo ministro en esa cartera para desgracia de él y de todos los ciudadanos, y en particular para las fuerzas de Orden Público, es que no pasará su mandato sin que un mal día se tenga que anudar una corbata negra al cuello de la camisa, y asistir a un funeral, dónde tendrá que darle el pésame a una madre atribulada, a una viuda llorosa, a unos huérfanos que no se acaban de creer que su padre pudiera perder la vida, que su padre, guardia civil o policía, no fuera un trabajador con una tarea como la de los otros padres. Y, en esos momentos amargos, sería una vileza y una canallada echarle la culpa de esos muertos a la escasa perspicacia del ministro, a su falta de precaución o a su ausencia de reflejos, o a no haber hecho más caso de la información.

Debería existir una regla no escrita en la que los ministros de Interior esperaran un par de meses antes de juzgar íntimamente a su antecesor en el cargo, y, pasase el tiempo que fuera, no expresaran ningún juicio en público. No hay asunto que más regocije a los terroristas que contemplar a sus perseguidores enzarzados en derrochar esfuerzos sobre qué resultaría más eficaz. Los conejos siempre celebran que los cazadores discutan, y a los ladrones, mientras huyen corriendo, no hay nada que les tranquilice más que saber que sus perseguidores están discutiendo sobre la manera de atraparlos. Y no es divertido saber que derrochar energías de esa manera tiene un precio muy alto, porque puede costar vidas.

*Escritor y periodista