Evento, evento, es la Super Bowl. Un juego tan americano como esa bebida que tiene en vilo a sus trabajadores en España. Pero un deporte que no ha logrado colonizar al mundo. Hemos visto pelis desde Hollywood de este fútbol americano y de béisbol, pero jamás han conseguido que los niños españoles se den hostias con un balón que parece un melón. Hay cosas que ni a tiros. Pero sabemos que un anuncio de 1 minuto en el descanso puede costar 4 millones de dólares. Y sabemos que algunos aficionados españoles se plantaron anoche ante la pantalla de Canal + para ver el desenlace.

Lo nuestro es más modesto. Nuestros éxitos de audiencia pueden llegar a 5 millones de espectadores frente a unos 180 de la gran América. No hay color. Para nosotros habrán supuesto un pelotazo los miles de curiosos que Jordi Évole logró reunir en La Sexta, a escuchar las palabras de estos dos tanques pesados que son Artur Mas y Felipe González. Todo un match deportivo, donde se logra por fin utilizar argumentos frente a patadas a la espinilla. Este es un país muy discutidor y poco razonador, y el evento logrado por Jordi habría que repetirlo cada semana, hasta lograr una solución por agotamiento. Lo contrario es intolerancia; he visto al ministro Gallardón muy crispado asegurar que nada le hará cambiar de opinión. Mal hecho. Hay que cambiar de opinión cada minuto. No es un desdoro. No es una bajada de pantalones. Es espíritu deportivo. Un minuto es mucho. En la Super Bowl cuesta 4 millones de dólares.