Seguramente es cierto que ZeC carece de modelo de ciudad, como no dejan de advertir sus adversarios más o menos íntimos. Tampoco el PSOE tiene un modelo de Comunidad, o una estrategia para Aragón. Pero, si nos ponemos asi, en plan borde, admitamos que el PP no dice cosa significativo al respecto, y Ciudadanos está lo que se dice en Babia. Precisamente el quid de la cuestión radica en que actualmente no existen modelos para nada porque estamos en una realidad gaseosa, volátil, impredecible y fuera de control; por lo menos fuera del control de los políticos y las instituciones públicas. ¿Existe un modelo para las Españas? A tenor de lo que estamos viendo, ni de coña. Si existiera, Rajoy sabría qué hacer para encauzar, neutralizar o resolver el desafío soberanista en Cataluña, Sánchez sería capaz de describir con alguna precisión su confusa propuesta federalista, Iglesias no andaría desmintiéndose a sí mismo a cada momento y el tándem Puigdemont- Junqueras no pedalearía enloquecido camino del desastre.

Ya puestos, díganme ustedes qué clase de modelo u orden internacional rige este mundo tan globalizado. Trump, un botara te parafascista, ha puesto a la ONU de rodillas, y él y el grotesco Kim Jong-un nos tienen en vilo con sus brutales bravatas. Tan descompuestas están las cosas que Merkel, a quien hasta hace bien poco colocá- bamos en la lista de las brujas reaccionarias, aparece ahora como una amable tía carnal, un poco carca pero casi cariñosa. A la postre, su Alemania tal vez sufra las típicas disfunciones socioeconómicas de estos tiempos, pero por comparación con otros países sigue siendo una maravilla.

Volviendo aquí, digamos lo obvio: Zaragoza no ha tenido modelo de ciudad desde que empezó la gran expansión urbana en los 50-60 y los grandes promotoresconstructores se adueñaron de la voluntad municipal. En ocasiones, algún alcalde ha llevado a cabo operaciones puntuales de interés. Pero de visión y acción a medio y largo plazo, nada de nada. La última expansión en los extrarradios ha desgajado la trama urbana produciendo (como se ve ahora con el tema de las infraestructuras educativas) una imperiosa necesidad de equiamientos y servicios que nadie sabe cómo se pagará. ZeC nos vendió cambio y renovación, pero no parece capaz de concebir algo que no sea el habitual voluntarismo izquierdista, con sus trillados paradigmas y su estética madalenera.

Sin modelo, Zaragoza, Aragón y España, entregados desde siempre a los intereses de quienes mecen la cuna, suelen dejar su destino colectivo en manos de personas más bien mediocres (salvo excepciones)... Tal vez porque dichas personas son las que mejor nos representan. Tal vez porque no aparecen otras que posean de manera simultánea voluntad y conocimiento para darle la vuelta a la situación.

Mucha gente ha dejado de confiar en que los políticos les ofrezcan algo concreto, llámese modelo, programa o como cada cual prefiera. Comprueban a diario que son las tenebrosas fuerzas de la economía desregulada las que modelan el futuro a su antojo, y se resignan a dejarse llevar por ellas. O sea, el antimodelo