Hasta que no lo vea no me lo creeré. Después de que pasara lo que pasó cuando el PP perdió Madrid --¿dónde andará Tamayo-- y la bronca que aún no ha terminado en Barcelona, no me quedaré tranquilo hasta que ya esté todo cambiado y bien cambiado. Y si tengo tanta ansiedad es porque tengo unas ganas locas de que el PSOE comience a gobernar, lance a sus gloriosos parlamentarios --tan sabiamente seleccionados-- a hacer leyes y les ponga el mono de faena a quienes no están en el parlamento para incentivar la participación, profundizar la democracia y garantizar la decencia. Ante los horribles ocho años que hemos pasado, hay que poner ante los ojos de los españoles y las españolas la verdadera faz de un gobierno corrompido por el afán de transformar ladrillos en dinero. Y, aquí, en Aragón, vamos a darnos el gustazo, por fin, de conocer la política del PSOE para esta tierra. Ahora, por un tiempo, se ha acabado el trasvase. O sea que ahora viene lo mejor. Ahora viene el momento de sacar esas ideas que atesoran algunas cabezas --de consejeros, de directores generales y otros eximios dirigentes-- y plasmar políticas de progreso en todos los campos en los que se han prometido. *Profesor de Universidad