Este pedacito que me regala EL PERIÓDICO es un espacio de opinión, pero hoy hay tanta y tanta gente haciéndolo, con o sin sentido, que yo prefiero abstenerme. Hoy toca testimoniar. No sé cómo será la vivencia que estáis soportando en este momento, pero la mía es como una gran montaña rusa.

Hay momentos de euforia total, en los que los aplausos de las 20:00 me parecen un acto colectivo, de armonía social. Otros en los que monto en mi bici estática y pedaleo como si la Quebrantahuesos fuera mi próximo objetivo. Me produce gran alegría la sonrisa que me regala la cajera del súper cuando cada dos semanas voy a hacer la compra. O cuando mi vecina Virginia y su marido salen dispuestos a un brindis ventanero. Los dos únicos grupos de whatsapp en los que me mantengo activa, ‘las chicas de Estrasburgo’ y ‘las Black Women’, son un gran torrente de risas, todo positivismo. ¿De dónde sacarán tantos memes y ocurrencias? Todos los días sin parar haciéndonos compañía.

'Subidón'

Pero si algo hace que me dé un ‘subidón’ total es el trabajo de mis compañeros de Adunare hacia los colectivos más vulnerables, llegando a ellos con una fórmula infalible, la actitud de pequeños, jóvenes y mayores y la entrega de los profesionales y voluntarios.

Pero como buena montaña rusa, cuando llego a lo más alto, al pico tan popular en estos momentos, también me llegan los momentos de bajón y entonces caigo en picado y entro en cólera por no haberle podido decir a Nuria cuánto la apreciaba, no poder abrazar a su marido y ni tan siquiera hacerle compañía. En ese momento todas esas actuaciones desinteresadas del sobreviviré me parecen una maldita operación de 'marketing' para mantener en la cresta a músicos que se han quedado sin poder sacar sus discos y con sus giras paralizadas. Tampoco soporto en esos momentos los ‘buenismos’ del confinamiento, y ya no creo que sean solidarios sino egoísmo puro, ese al que nos lleva el individualismo a protegernos para que “a mi“ no me toque. Para un capitulo aparte daría la cantidad de epidemiólogos, gestores de catástrofes y de lo común tan buenos, desde los balcones y las redes, por supuesto.

La mayor ira me la genera oír a los expertos haciendo uso impropio del darwinismo y diciendo que ante la falta de camas en UCIs y respiradores los mayores se quedan en la cola. ¿Seréis malnacidos? Son nuestros padres, nuestros mayores, los que han dejado de comer para que tu fueras ese experto inhumano en el que te has convertido. Aquí o nos salvamos todos o estamos todos hundidos como sociedad.

Dicen que estos ciclos no son patológicos, que cuando volvamos a la normalidad, que nunca será como la que conocíamos hasta ahora, nos estabilizaremos. Yo al menos espero estabilizarme siendo un poquito mejor persona.

Ánimo y salud. Cuídense.