Dime cómo hablas y te diré quién eres. Y la señá ministra de Igualdad nos ofrece el mejor de sus retratos en su video-hit del momento. Un off the record, o sea, a micrófono cerrado, que se da en los previos a una entrevista, y en la que los entrevistados noveles, confiados, suelen hacer confesiones diversas, que no deberían ser aireadas por el-la periodista, a no ser que su contenido incorpore elementos de interés general que apunten una posible irregularidad, alegalidad, vicio, perversión…, que puedan poner en peligro el bien común. Y eso debió pensar la periodista de la ETB que la entrevistó al divulgar esos primeros minutos de charla informal. O no, y simplemente le pareció lo suficientemente sabroso a nivel mediático, un plato suculento, carnaza para una gran parte de la opinión pública, que busca cualquier pretexto para crispar más el tono político-social.

En cualquier caso, el video pone de manifiesto tres realidades. La primera, la pobreza lingüística de nuestra responsable de Igualdad, con expresiones como «mogollón de peña volcada, como con mucha conciencia…; no lo voy a decir, tía…; o sea, es que la cosa es qué, si tienes síntomas, no te muevas mucho…». La segunda, su desconocimiento absoluto de la esencia periodística, así como su falta de estrategia comunicativa al mostrarse ante una cámara, donde toda prudencia es poca. Pero, claro, no se le puede pedir más, cuando fue la misma que empleó el 8-M (besos y abrazos como terapia anticoronavirus). La tercera, su falta de profesionalidad como responsable política, frivolizando con la situación («y es como, la mano no. Justo la mano, no»), y como psicóloga (poco o nada aplica de su formación universitaria en la carrera de Psicología).

*Periodista y profesora de Universidad