Esta semana el diario ABC ha publicado que el todavía ministro de Hacienda, el tal Montoro, era el cabecilla de un grupo de presión que se dedicaba a contactar con empresarios y directivos para hacer pingües beneficios a partir de la influencia política y de la información privilegiada que manejaba. Este ministro, que ya lo fue entre 2000 y 2004, fundó en 2006 el gabinete «Montoro y Asociados», donde también estaba el actual ministro de Economía, el tal De Guindos. El tal Montoro dejó ese despacho, que en 2008 cambió el nombre por «Equipo económico», pero su hermano y un tal Ricardo Martínez Rico, que había sido secretario de Estado de Presupuestos, siguieron cultivando su red clientelar con la ayuda del tal Montoro, que los ayudó acudiendo a citas con empresarios que organizaba el tal Rodrigo Rato, otra «joya de la corona», procesado por varios delitos.

Desde ese gabinete de abogados y economistas, donde han trabajado varios ex altos cargos del ministerio de Hacienda, el tal Montoro tejió todo un entramado de influencias políticas y económicas, y adelantaba a sus interlocutores cómo iba a ser la política económica del PP cuando llegara de nuevo al gobierno, como ocurrió a finales de 2011.

Nombrado de nuevo ministro por Mariano Rajoy, el tal Montoro ha protagonizado en los últimos años toda una serie de astracanadas propias de las más esperpéntica obra del Teatro del absurdo.

Desde su puesto ministerial, el tal Montoro ha amenazado a los contribuyentes de manera chulesca, y ha filtrado información y perseguido a sus adversarios políticos, muchos de ellos miembros de su mismo partido, sin que semejante conducta, propia de un mal guión cinematográfico sobre la corrupción en el Chicago de hace cien años, haya provocado su fulminante destitución.

Por si todo esto no fuera suficiente, el tal Montoro puso en marcha una amnistía fiscal injusta, ilegal y anticonstitucional, por la cual evasores fiscales y blanqueadores monetarios «regularizaron» su situación y se quedaron con el dinero sucio, ahora bien aseadito, a cambio de pagar poco menos que calderilla.

Con todos estos escándalos sobre la mesa de este ministro de Hacienda, el pasado jueves el Congreso de los Diputados reprobó al tal Montoro. Pese a ello, el sujeto reprobado por la mayoría de los representantes del pueblo español y desautorizado por el Tribunal Constitucional ha declarado que va a seguir «trabajando» en su puesto, como si nada de esto hubiera ocurrido. El Gobierno de España sigue oliendo a indecencia.

*Escritor e historiador