El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) ofreció el pasado jueves un dato revelador. Según una amplia encuesta realizada por el órgano estatal, un 76% de los españoles tiene previsto acudir a votar el próximo domingo. La alta cifra de participación pronosticada por el CIS, que lógicamente se queda muy lejos del dato récord de participación de las Generales del 14 de marzo, es no obstante más elevada de lo que cabía esperar cuando comenzó la campaña. A juzgar por los datos que otros países del entorno han arrojado cuando, como es el caso, los ciudadanos están llamados exclusivamente a votar en unas europeas, que la abstención baje de un cuarto del electorado total es ciertamente alentador.

No obstante, los temas de debate que abordan estos días los Borrell, Mayor, Meyer... no atraen al electorado, que da la sensación de que votará más por cuestiones ideológicas o internas que por la labor que puedan realizar los candidatos en Bruselas o en Estrasburgo. En el fondo, se sigue viendo el Europarlamento más como un foro de posiciones sobre la construcción europea y sobre legislación marco que como un lugar de gestión que afecte a los ciudadanos. Sin darnos cuenta, estamos cayendo en un error, ya que las decisiones comunitarias acaban trasladándose en cascada a las administraciones nacional, regional y municipal. Pero, la percepción del votante no parece ir en esa dirección.

Así las cosas, no es de extrañar que, por ejemplo, el debate de los candidatos el pasado jueves en TVE-1 fuera seguido por poco más de un millón y medio de espectadores. Ni su emisión en hora de máxima audiencia ni el morbo que suele provocar ver a los números uno de las listas enfrentarse en una pugna dialéctica atrajeron a los ciudadanos. Algo parecido ocurre con la información diaria que se facilita en los medios públicos y privados. La campaña, como usted mismo habrá podido comprobar, no ha abierto prácticamente un solo día los informativos de radio y prensa. Incluso hay tramos horarios de Radio Nacional de España cedidos a los partidos que se rellenan con música porque los políticos no han hecho uso de ellos.

Este aparente desinterés por una campaña de mensajes más complejos que una autonómica o una legislativa preocupa a los partidos. No en vano, sus esfuerzos para trasladar ideas complejas sobre la nueva Europa no se ven recompensados. Quizás los candidatos no han sabido explicar con nitidez la importancia de su papel. O quizás parte de culpa la tengamos los medios de comunicación, que no hemos acertado para trasladar con suficiencia el papel clave de una Cámara, la europea, que cuenta con registros suficientes para bloquear un proyecto estatal o, por lo menos, de condicionar a la Comisión Europea en su toma de decisiones. Y quizás también, por qué no decirlo, hay un problema de falta de consciencia de un electorado al que no se ha explicado correctamente el funcionamiento de la organización política comunitaria.

Es una paradoja, pero el propio estudio del CIS citado al principio del artículo nos señala que tres de cuatro españoles creen que las decisiones que se toman en el Parlamento europeo influyen mucho o bastante en la vida de los españoles. Y, sin embargo, sólo uno de cada tres encuestados dice seguir con mucho o bastante interés las noticias relacionadas con las elecciones del 13-J. Así, no es de extrañar que la campaña influya poco en la decisión de voto de los españoles que reconocen abiertamente que van a ser más determinantes en la intención de voto los temas relacionados con la situación política en España que aquellos que tengan que ver solamente con la Unión o el Parlamento europeos.

Dicho esto, y vistas las conclusiones del informe del CIS, conviene reclamar a los ciudadanos que voten, y que lo hagan conscientemente. Aún tienen tiempo de informarse de las diferentes propuestas y de las opciones que unos y otros defienden. En Aragón, hemos comprobado que la existencia de eurodiputados aragoneses o vinculados a la región es clave para del desarrollo de proyectos que dependen de decisiones europeas. Es más que probable que en esta nueva legislatura que comienza, la presencia aragonesa en la Eurocámara se multiplique, después de que en la pasada la única representante estable fuera María Antonia Avilés y en los últimos meses la del parista José Manuel Ferrández. En las nuevas listas, Luisa Fernanda Rudi parte de número dos por el PP mientras que el PSOE ha integrado en los puestos de salida a la también aragonesa Inés Ayala. Sin olvidar las coaliciones en las que se presentan con aspiraciones los candidatos de CHA, José Miguel Díaz, y PAR, Juan Manuel Ferrnández, que tendrán opción a tomar posesión por un periodo menor si las coaliciones en las que se ubican estos dos partidos consiguen representación.

La presencia en Europa de todos ellos es clave para esta tierra. Muchos de los temas de interés para Aragón muestran un claro vinculo con Europa. ¿O es que nos hemos olvidado del papel de Europa en la paralización del trasvase del Ebro o en el proyecto de la travesía ferroviaria del Vignemale?

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