Mira que es difícil sostener una movilidad urbana conciliable con todos los ciudadanos. El consistorio de Zaragoza se plantea objetivos, que sobre el papel son beneficiosos, pero que la realidad impone que se adecuen tomando otras medidas más operativas, para que se puedan implementar los del Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PEMUS). Esta corporación municipal ha apostado fuerte con la movilidad bici, nunca se había realizado una inversión de gasto público tan elevado en hacer vías de circulación para estos vehículos, que por otro lado, a priori, son lo mejor en cuanto a sostenibilidad y eficacia, aun así, sigue sin funcionar su utilidad, y los pocos que las utilizan, lo hacen fuera del código de circulación. Antes de pretender aumentar el número de usuarios a costa de hacer nuevas vías de circulación, como pretenden, y poner cifras estadísticas que complazcan una sostenibilidad virtual, se deberían registrar las bicicletas como cualquier vehículo, con una matrícula, esto permitiría una identificación del usuario a la hora de saber quién nos atropella, en vez de gritarle o insultarle y, algo necesario, el conductor tendría que pasar por un asesoramiento vial (permitiría más adeptos, porque aportaría seguridad) y, como hacemos todo vecino, pagar el impuesto de circulación, sería una manera, no solo de recuperar algo de la inversión, sino de regular y formalizar un vehículo que sigue creando problemas. El ganar espacio peatonal, ensanchando aceras sería lo deseable, pero ¿pavimentando a una misma altura aceras y calzada? Habría atropellos seguro, entre los que van mirando el móvil y los ancianos que creen que todo es acera, los objetivos del plan PMUS se irían al garete. Hala pues, hay que darle más vueltas a la sostenibilidad.

*Pintora y profesora