Una de las características de toda campaña electoral es la forzada derivación del lenguage al cacareo, de la frase al picotazo, de la ironía al espolón. Pues son gallos, y a menudo de pelea, los candidatos que estos días, y hasta el lejano 28 de abril, picotearán el gallinero de los votos en busca de ricas urnas ponedoras.

Dos de ellos, de cresta grande, aunque nada roja, son Pablo Casado y Alberto Carlos Rivera. Albert, perdón.

En sus desplumes y cacareos estos dos gallazos se han tirado picotazos. Casado ha ofrecido a Rivera el Ministerio de Asuntos Exteriores (para sacárselo de encima) y Rivera ha ofrecido a Casado el Ministerio de Universidades (para que estas no se lo saquen de encima).

¿Se llevan mal, mejor que antes, peor, o no se llevan? Al margen de su sintonía personal, las elecciones los están tensionando porque las urnas solo elegirán a un presidente. A un gallo de los dos. O de los tres, si contamos a Santi Abascal. Santiago, perdón. Que no es gallo gallinazo sino gallazo y picador.

El caso es que el gallinero de la derecha anda más alborotado que el de la izquierda, lo que permite a Pedro Sánchez, más que gallear, que no lo está necesitando, hacer su nido como el mirlo que ahora de repente es, en lugar del pájaro carroñero que veían algunos.

La bandada del PSOE, con muchos pollos y polluelos, pero pocos gallos, está comprobando cómo su alpiste estratégico, enriquecido por el pienso de las encuestas, ha encerrado en el mismo gallinero a los tres gallos de Colón, provocando además entre ellos peleas por llegar a ser el único que a partir del mes de mayo despierte con su kirikikí, ponga en pie a La Moncloa.

El PP y Cs son socios en Andalucía, como lo fueron en el Congreso, como han intentado formalizarlo en algunas de las listas, pero más parecen, a tenor de los picotazos y espolonazos de sus líderes, inconciliables rivales.

Viejas heridas sin cicatrizar, como la negativa de Cs a apoyar un grupo de los populares en el Parlament de Cataluña o determinados fichajes y propuestas de última hora han vuelto a confrontarlos, para alegría y satisfacción de otros gallos y gallitos.