En estos tiempos de censura, autocensura y rígido control de los tiempos y anuncios electorales, la superioridad de la prensa escrita queda manifiesta en debates como el que este periódico organizó con los candidatos a la Alcaldía de Zaragoza.

Tantos, que casi no cabían en los tresillos de la Cámara de Comercio. La oferta partidista es tan nutrida que supera a una demanda desnortada entre la sopa de letras. Antaño, bastaba la escena del sofá entre poder y oposición para asentar la legislatura; hogaño, ni siquiera un amplio tresillo acomoda a tripartitos que necesitarán de un cuarto o un quinto ocupante para gobernar o tumbar al gobierno... en la casa de los líos.

Con el consistorio zaragozano económicamente endeudado y políticamente convertido en un laboratorio de microbacterias ideológicas, los candidatos asistentes al debate demostraron a título individual consistencia y formación, y en un plano colectivo su repelús a sentarse juntos en uno u otro tresillo. Son políticos locales y por eso la administración municipal, el día a día los absorbe con expedientes de ida y vuelta, uniformes o autobuses, multas o impuestos como calcetines puestos al derecho o al revés.

Si en lo cotidiano, en comisiones, no se ponen de acuerdo, soñar con consensos en grandes plenos y proyectos roza lo utópico. Con el estadio de La Romareda, por ejemplo, siguen encallados, sin saber qué hacer, si reformar o no el estadio, si hacerlo con el viejo proyecto de CHA o con otro... En el capítulo de la proyección de la ciudad (Goya, grandes conciertos/eventos, programación de los pilares y de la Plaza del Pilar...), tampoco hay propuestas comunes y serias.

Los dos candidatos con más posibilidades de conquistar la Alcaldía de Zaragoza, Pilar Alegría y Jorge Azcón demostraron en el debate personalidad y conocimiento de las causas que lastran la institución, pero escasa sintonía personal y ninguna intención de sentarse en el sofá. Tendrán que hacerlo en alguno de los tresillos, para ordenar los turnos de poder.

Nada hace presumir que la mudanza de legislatura en el Ayuntamiento de Zaragoza vaya a ser cómoda. Los bedeles harían bien en retirar los sofás, por innecesarios, y dejar los tresillos.