La literatura de espías ha dado nombres gloriosos a las letras universales. Desde Eric Ambler, quien para muchos expertos pasa por el fundador del género con su legendaria novela La máscara de Dimitros, hasta John Le Carré, probablemente el último gran clásico. Tan entretenida corriente de ficción literaria ha establecido una cuña, un canon, todo un estilo con sus características y normas, si bien a menudo se presenten estas tan ambiguas como las actividades de contraespionaje en las que se inspiran.

Uno de los más recientes y mejores especialistas en el género de espías es el norteamericano, de nombre latino, Daniel Silva. La mayoría de sus novelas, y lleva unas cuantas, tienen como protagonistas a agentes internacionales. Uno de ellos, Gabriel Allon, jefe en la ficción del Mossad israelí, aparece en varias de las tramas de Silva. También, muy destacadamente, en la última entrega, La chica nueva, que acaba de editarse.

Se trata de un thriller que se lee pegado a la butaca. El ritmo, muy vivo, irá trasladando a los lectores por diferentes escenarios, París, Tel Aviv, Nueva York. En sus aeropuertos, hoteles y calles transcurre una enrevesada intriga en la que parecen estar envueltos varios países, todos ellos primeras potencias, y sus correspondientes servicios secretos. El sigilo y el secreto acompañan a sus espías, la muerte está siempre presente.

Especial protagonismo tiene en la novela el príncipe de Arabia Saudí. Un personaje que se parece mucho al actual heredero de la dinastía, de la misma manera que el periodista opositor a sus designios y políticos se parece muchísimo a aquel Kassoghi, también saudí y colaborador del Washington Post, que fue espantosamente asesinado en el consulado de Estambul por esbirros del régimen.

Pese a las obvias semejanzas, Daniel Silva asegura no haberse inspirado directamente en aquellos y criminales hechos, sino que, habiendo ya arrancado a escribir un argumento casi idéntico, la realidad vino a darle un golpe, más que de inspiración, de confirmación, y optó por no cambiar el argumento de La chica nueva, que para él seguía siendo original.

En la realidad o en la ficción, la historia es muy inquietante.