La muerte de Fernando Lázaro Carreter, el gran renovador de la gramática española, deja a la Filología española sin uno de sus principales referentes y al idioma castellano sin su principal valedor. Catedrático de Teoría de la Literatura, autor de imprescindibles manuales de bachillerato y director de la Real Academia de la Lengua Española, se le conoce sobre todo por El dardo en la palabra , un libro en el que recoge incorrecciones y gazapos publicados en los periódicos y que se convirtió en un éxito editorial sin precedentes. En un país que apenas lee, la batalla docente y literaria emprendida por este aragonés en defensa de la lengua española y el buen uso del idioma, es casi un sarcasmo.

Nacido en Zaragoza hace ochenta años, Lázaro Carreter fue uno de los eruditos más sabios y más flexibles, que supo enseñar con la humildad del que sigue aprendiendo. Desde esta perspectiva transmitió sus conocimientos y batalló incluso dentro de la propia academia para corregir todas las deformaciones filológicas. La palabra era la herramienta con la que trabajaba y nunca abdicó en su empeño de curar lo que él llamó "anemia idiomática". En su favor jugaron siempre la fina ironía y el sentido del humor que nunca le abandonaron.