La mayor revolución en el mundo de las revoluciones puede venir de la mano de las pocas, escasísimas mujeres que llevan las riendas de la economía desde una perspectiva humanista y de desarrollo. La única Premio Nobel, Elinor Ostrom, lo recibió en 2009 gracias a sus trabajos sobre gobernanza económica y recursos compartidos, y otra mujer, Marilyn Waring, es la bicha de la extendida y perversa economía basada en la explotación de mujeres y niños, y en la depredación de los bienes naturales. Ambas han creado escuela y está por ver si las dos mujeres a las que el presidente Sánchez ha confiado la economía española son alumnas destacadas. Algo me dice que sí, que tanto Nadia Calviño como María Jesús Montero saben de cuentas y no son unas manirrotas gestionando lo público. La primera tiene probada eficacia y solvencia en la administración, sin déficit, del billón de presupuesto de la Comisión Europea. La segunda ha cumplido el objetivo de déficit y mantiene a raya la deuda de Andalucía. Calviño defiende con ardor la importancia de abordar la perspectiva de género «en sectores muy testosteronizados». Con esa carta de presentación, y con cuatro hijos, llega al Ministerio de Economía, lo que genera también muchas esperanzas sobre la nunca resuelta conciliación familiar. Montero aterriza en Hacienda con un elaborado modelo de financiación autonómica, respaldado hasta por el PP andaluz, en el que exige más participación autonómica en el IVA y alerta sobre un cupo disfrazado para Cataluña. ¿Nuevo ciclo?

*Periodista