En Roma han tenido lugar unas jornadas de trabajo encaminadas a encontrar soluciones a la lacra pederasta que envuelve a la corporación católica. Durante las intervenciones han salido a la luz todo tipo de abusos cometidos por los curas con menores de ambos sexos. También se han denunciado los delitos cometidos contra sus compañeras monjas y trabajadoras de conventos e instituciones. Hubo una breve intervención de una mujer (Linda Ghisoni) a la cual se le dio voz pero no voto. Al papa Francisco le debió parecer una desfachatez que -desde la tribuna de oradores- las abusadas dieran la visión que las mujeres tienen de los abusadores ¡Dónde vamos a llegar!

Las manifestaciones realizadas por el mandamás de la Iglesia Católica Apostólica y Romana explicitan con meridiana claridad la opinión que le merecen las mujeres, su lucha por los derechos como seres humanos y, sobre todo, el poco respeto que le merecen las ansias de igualdad que propugnan las mujeres.

El Papa considera que «todo feminismo acaba siendo un machismo con faldas». No podía ser más certero para definir la condición machista de unos señores que para violar niñas y niños, monjas y púberes diáconos se levantan las sayas que usan. Por cierto, las faldas que usan los curas se llaman sotanas. No deberían sorprendernos las palabras de Jorge Mario Bergoglio viendo la deriva que ha tomado su pontificado. Ya casi nadie espera del jesuita gestos que lleven a modernizar una institución medieval tan caduca como los postulados que esgrime. Hay que padecer ataques severos de integrismo ultracatólico para confiar en que la jerarquía católica sea capaz de resolver algún tipo de problema terrenal.

La conclusión que han sacado al finalizar los sesudos trabajos en las comisiones y ponencias que han debatido podríamos resumirlo en: a partir de ahora vamos a comunicar a la autoridad judicial pertinente los casos de abuso y los delitos contra la infancia que cometan los prelados, obispos, curas, religiosos y similares. ¿Cómo?

¿Desde cuándo estaban exentos de denunciar los delitos de los que eran conocedores?

Los señores con faldas ¿no son culpables de complicidad por encubrir a los delincuentes?

Se han oído -con más frecuencia de la deseable- rumores acerca del colaboracionismo de Bergoglio con la dictadura militar argentina siendo provincial de la Orden de Jesús. Se ha hablado incluso de sacerdotes detenidos por las denuncias puestas por Jorge Mario Bergoglio. En otras ocasiones su permisiva pasividad sirvió como fiel aliado a la dictadura militar asesina. Estas incertidumbres acabaron provocando un parón en su carrera eclesiástica y una especie de destierro. La losa del tiempo ocultó la sombra de la duda sobre la tendencia del jesuita a no reprobar la opresión de los uniformados aunque la incertidumbre todavía permanece.

Su beligerancia con el régimen asesino resultó más tenue que la que muestra con los movimientos feministas que luchan por la defensa de los derechos igualitarios de las mujeres. Tampoco es de extrañar su comportamiento con las dictaduras si atendemos que, históricamente, los obispos han acompañado bajo palio a los capitostes del peor de los fascismos.

Desafortunadamente en la actualidad empieza a entrar en las instituciones españolas una formación política que niega la violencia de género y una de sus primeras medidas ha sido solicitar al Gobierno de Andalucía la relación de trabajadores con competencias en ese área ¿con qué finalidad?

Es fácil imaginar las pretensiones que tiene al pedir esa lista un partido cuyo portavoz en Andalucía es un juez que fue condenado por prevaricación culposa. Seguro que no es para darles un premio.

El próximo 8 de marzo las mujeres demostrarán -una vez más- al jefe de los misóginos con sotanas y al partido heredero de la bandera con el pájaro que sus creencias excluyentes y vejatorias no tienen cabida en una sociedad justa e igualitaria.

*Socio de MHUEL (Movimiento Hacia Un Estado Laico)