Está a punto de estrenarse uno de esos documentales cinematográficos que nos reconcilian con el género. Se titula Mujeres en pie de guerra , lo firma, en harinas de directora, la actriz Susana Koska, y nos pone la piel de gallina al versar sobre la memoria histórica de un puñado de republicanas que lucharon por la libertad y que después, bajo los tiempos oscuros, se vieron obligadas a sobrevivir en el franquismo.

Filmado con muy escasos medios --un operador de cámara, una Sony PD 150, dos micros de corbata, una maleta pequeña de cuarzos y una mini dv, como todo soporte técnico--, la película presenta, no obstante, una dignísima factura. El trabajo previo de documentación se percibe en la fluidez y precisión de un guión que a priori no debía resultar nada sencillo, y el esfuerzo de edición en un montaje que hubo de expurgar veinte horas de grabaciones y --supongo-- muchas latas y cintas de la guerra civil. Todo ese esfuerzo, al cabo, ha valido la pena, pues la película, cabalgada sobre el testimonio de las mujeres que sobrevivieron a la derrota, a los campos de refugiados o de concentración, a las cárceles franquistas, a la opresión y al olvido, va directa al corazón.

Para hilvanar este poético y descarnado pasaje de nuestra historia reciente, Susana Koska ha invitado a sentarse frente a su cámara a siete mujeres "en pie de guerra".

Ellas son --pues todas viven, todas recuerdan, todas han mantenido erguida y lúcida su dignidad-- Sara Berenguer (Barcelona, 1919), miembro de CNT y secretaria de Mujeres Libres; Neus Catalá (Priorat, 1915), enfermera durante la contienda civil, maqui y posteriormente prisionera en el campo de mujeres de Ravënsbuck; Rosa Laviña (Palafrugell, 1918), hija de un librero anarquista, y miembro de las Juventudes Libertarias; Rosa Díaz (San Sebastián, 1925), evacuada a los 12 años y adoptada por una familia francesa; Teresa Buígas (Alicante, 1944), hija de un comandante republicano y miembro del PC en la clandestinidad; María Salvo (Sabadell, 1920), militante de las JSU condenada por los tribunales de Franco a diecisiete años de prisión; y, finalmente, Carme y Mer§ona Puig Antich, hermanas de Salvador Puig Antich, quien sería el último convicto español ajusticiado con garrote vil (marzo 1974) debido a sus ideas políticas y a su militancia en el Movimiento Ibérico de Liberación.

El film aporta imágenes sobrecogedoras de la guerra civil. Esos niños que miran a la cámara con la maleta al hombro, esas madres desgarradas, esos trenes que arrancan de su tierra a los refugiados. Son fotogramas de hace poco más de sesenta años, pero parecen proceder de algún lugar muy remoto, donde el rostro de los hombres era más estrecho, y su frente más agobiada, y su dolor más hondo, y como reflejado en los oscuros ojos de las mujeres, espejados de lágrimas.

La película viene complementada por una excepcional banda sonora en la que han participado, entre otros autores, Loquillo, Los Trogloditas, Paco Ibáñez y Gabriel Sopeña. Sus voces ofrecen nuevas versiones de canciones míticas --A las barricadas , La mala reputación , De tripas corazón --, y otros temas de nueva factura.

Conmovedor.

*Escritor y periodista