Empieza el Mundial de fútbol femenino y a nadie escapa que la cita trasciende del ámbito meramente deportivo. El panorama ha cambiado de forma notoria desde el anterior Mundial de Canadá celebrado en el 2015. El crecimiento del fútbol femenino ha devenido imparable. El aumento de patrocinadores, de cuota de pantalla y de número de espectadores demuestra su empuje. Lejos parece quedar la época en que era relegado a la total invisibilidad, en que las gradas lucían siempre vacías y el silencio era la única cosecha informativa que las futbolistas recogían. Los avances son muchos, aunque la evolución no oculta que la igualdad aún está muy lejos de los campos de fútbol.

El mundo del deporte es un excelente escaparate para valorar el grado de igualdad en las sociedades y también actúa como detonador, como modelo a seguir. Es espejo y pantalla. Por ello es indiscutible el impacto de este Mundial. Ya solo la expectación despertada es un éxito. Es evidente que la incidencia social del fútbol excede al entretenimiento. En la medida en que sea capaz de atraer a más y más espectadores, la visibilidad de la mujer en la ocupación del espacio público será más evidente. Una cuestión de especial relevancia para los más pequeños. Es importante que los niños consideren a sus amigas como compañeras de juego y que ellas sepan que las pistas también forman parte de su espacio. Un balón no puede ser considerado un elemento que perpetúe y segregue roles de género.

La selección española de fútbol no está entre las favoritas en el torneo, pero son muchos los goles que ha marcado en estos últimos años. Se han batido récords de espectadores en la liga femenina, desde el 2002 se han cuadruplicado las fichas de federadas y el número de árbitras se ha multiplicado por 18 en 20 años. ¿Asignaturas pendientes? Todavía hay muchas. Falta aplicar valores de género en la gestión deportiva (desde la regularización de los sueldos hasta el amparo de la maternidad), incorporar mujeres directivas en los clubs e impulsar políticas de educación que fomenten la práctica del fútbol en las niñas. Su logro no solo contribuirá a hacer una sociedad más igualitaria, también ofrecerá alegrías a la afición futbolística. Empieza Francia-19, un Mundial histórico para el fútbol femenino, una gran oportunidad para romper los prejuicios del machismo en el deporte en general y para disfrutar de un buen juego.