El candidato demócrata a la presidencia de EEUU, John Kerry, se rindió ayer. Renunció a luchar voto por voto en el recuento definitivo y admitió que el presidente George Bush ha conseguido renovar el mandato. Pese a las dudas en algunos estados claves y lo reñido del escrutinio, al final la situación no ha sido la misma que el año 2000: esta vez Bush ha sido el más votado, con una ventaja de más de tres millones de electores.

EL PESO DEL 11-S. El presidente se ha ganado a los norteamericanos atemorizados por el terrorismo internacional y la evolución de la ocupación de Irak. Ni Bush ni Kerry han ofrecido un plan convincente para salir de ese callejón. Pero el primero ha sabido personificar la imagen del comandante en jefe --a falta de algo mejor-- que no debe ser relevado en medio de una guerra.

FLOJO KERRY. El candidato demócrata no ha logrado quebrar su imagen de político sin convicciones claras. Ni ha conseguido hacer cuajar la movilización progresista que encarnó en las primarias Howard Dean. Tampoco ha consolidado la imagen de patriotismo que prometía su pasado en Vietnam. Su única baza ha sido su condición de ser el anti-Bush . Pero la polarización sólo ha conseguido consolidar los bloques demócrata y republicano. Como reconoció Kerry, EEUU está hoy más dividido. Y eso no le ha ayudado a penetrar en el espacio electoral del adversario.

QUIZAS HABRA RETOQUES. Bush lleva cuatro años en la Casa Blanca. Tal vez ha aprendido algo de sus numerosos errores y quizá releve a algunos de los más polémicos componentes de su equipo, aunque también al moderado Colin Powell. El cenagal de Irak, el déficit presupuestario y el coste de mantener las Fuerzas Armadas desplegadas por todo el globo permiten esperar que no haya mas aventuras bélicas. Con todo, es imposible prever qué rumbo de fondo tomará la Casa Blanca ante un escenario internacional encendido, desde Corea a Irán pasando por Palestina.

EUROPA, ESPAÑA. Bush intentará suavizar las relaciones con Europa. Pero, sobre todo, el resultado será positivo para Putin, con quien puede coincidir en sus ideas sobre el terrorismo, el negocio del petróleo y las relaciones con el mundo musulmán y la UE. La gran incógnita es si Bush aceptará una distensión real con España, teniendo en cuenta el inquietante punto vengativo de su carácter y lo profundamente clavada que lleva la retirada de nuestras tropas de Irak y la conducta altanera de Rodríguez Zapatero.