Suena el teléfono. Al otro lado una voz le dice lo que tanto tiempo deseaba escuchar: "tenemos un donante para ti". Cinco palabras con las que ella sueña desde hace meses porque son su única esperanza para seguir viviendo, su única esperanza para seguir respirando. El milagro ocurre a diario en España, pero lo que pasó hace nueve días supera cualquier previsión: 45 trasplantes en un solo día, ¡en menos de 24 horas! Dos, por cierto, en el hospital Miguel Servet de Zaragoza. Un récord histórico, impensable sin la generosidad suprema de tantas y tantas familias rotas por la muerte de un familiar. Ellos, con esa generosidad infinita, son los primeros responsables de que el sistema de trasplantes siga siendo la joya de la corona de la sanidad española. Porque sin órgano no hay trasplante, y sin un equipo médico perfectamente preparado y engrasado, tampoco. Y el español, lo es. Funciona como el mejor reloj suizo. Desde la primera hasta la última pieza están pensadas al milímetro y perfectamente coordinadas. Desde el hospital en el que fallece una persona, hasta el centro en el que otra lucha a contrarreloj por sobrevivir. No hay límites. Los órganos se transportan a la velocidad de la luz: en ambulancia, en avioneta, como sea para que lleguen perfectos y a tiempo. Sólo con un sistema tan bien coordinado es posible lograr 4.279 trasplantes durante 2013, la mayor tasa mundial. Y no sólo es cuestión de números. Según Rafael Matesanz, director de la ONT, "los trasplantes de nuestro país sacan a los norteamericanos una diferencia de 20 puntos a los 10 años, tanto en supervivencia del paciente como del injerto".

Un orgullo, la mejor marca España, pero para mantener estas cifras récord es fundamental apoyar la formación de todos los profesionales que participan en un trasplante. Pero la Organización Nacional de Trasplantes ya ha sufrido en 2013 un recorte del 20% en esa partida. Hay que mimar a estos expertos, a estos médicos, a estas enfermeras, porque hacen milagros en casa, pero también fuera. Desde hace diez años, España forma a profesionales en Iberoamérica, y ya han logrado un 50% más de donantes, algo impensable allí hace una década. Podemos estar orgullosos porque, además, los donantes de médula ósea se han duplicado en el último año. Ya hay 136.000 españoles dispuestos a donar médula para curar a alguien que lo necesita. Cifras que alaban la generosidad humana. Porque sí, en generosidad no nos gana nadie. En esto, el mundo nos envidia. Periodista