Pienso, sin poderlo asegurar, que ese museo es el único dedicado a tan generosa fruta, la manzana. Leí hace años, y me hizo mucha gracia, que los astures bebían sidra y sabían preparar un destilado que los convertía en inconquistables frente a los romanos y otros invasores, según dejó escrito Plinio el Viejo en el primer siglo de nuestra era cristiana.

Me gusta creer que es posible que sí fuera y, sobre todo, encuentro natural que mis paisanos de nacimiento sigan aportando tenazmente a la cultura universal, que a todos nos concierne, el cuidado y consumo de la manzana, comestible y bebible.

Dicen que fueron los celtas los que iniciaron, ille tempore, una especie de cultivo industrial de las pomaradas asturianas, extendido luego a otros lugares como los de Aragón, y que se citaban por los procuradores del emperador Tito, autores o testigos de la antigüedad y solera de la comida y bebida emblemática de las pomaradas, que daban y dan de comer y de beber sin riesgo serio de intoxicación alguna.

Un poeta festivo Vital Aza, nacido en una de las varias Polas que abundan en Asturias, escribía un largo poema a la sidra que atribuía a Pepín el de Miyares, experto en sidra, que incluía unos versos entrañables: «... No hay bebida más sana/que el zumo embriagador de la manzana./ Y como fue tan codiciado fruto/por el que Dios lanzó del paraíso a Eva y Adán, y estamos los mortales, /por culpa de esa tonta y ese bruto,/sufriendo los castigos terrenales;/Dios que es muy bueno, consolarlos quiso/y así le dijo un día a la manzana:/Tú vas a ser, porque me da la gana/mi fruto predilecto. ¡Huye, serpiente!/ ¡No más a la mujer ni al hombre acoses/ y déjalos vivir tranquilamente!...»

El poema es más largo, y aunque merecería la pena reproducirlo entero, no me es posible; tendría que hacerlo a costa de omitir que la manzana es fruta comestible, dulce y sabrosa «como quizá no haya otra fruta». Como bebida es «tónica, sedante, febrífuga, diurética y laxante, y según observaba otro doctor «no hay agua de Vichy ni de Vittel comparable a la sidra de tonel». Y añadía que: «contra los atascos de la bilis en la sidroterapia está el busilis».

Tras otros empeños profesionales, Vital Aza decidió ¡estudiar medicina! y lo hizoaseguraba «con decisión verdadera! que «hoy soy un licenciado/y juro que no he matado/ un solo enfermo siquiera. Pero es cierto también, que compartía su tiempo «entre Galeno y Talia» porque escribió para el teatro y confesaba que venció «Talia a Galeno» y empezó por la dramaturgía pero pronto comprendió que el humor era su camino teatral.

El Museo de la sidra, que es por tanto, una exposición permanente y docente del valor de las manzanas, fue inaugurado hace unos diez años, si no recuerdo mal, por el entonces Príncipe de Asturias, hoy nuestro rey Felipe VI. Me gusta la atención que tanto el Ayuntamiento de Nava como la comunidad autónoma le prestan al museo, llenándolo de vida y propiciando luego pasear por Nava y sus entrañables alrededores. Mis nietos y sus padres volvieron muy contentos.

Así que prefiero acabar insistiendo en la calidad de la manzana para poderla comer como la tierra nos la ofrece, colgada de los árboles o asada o convertida en dulce fluido para nuestras bocas.

Otro excelente escritor y humorista, Gómez de la Serna, puso en en La codorniz esta preguería inolvidable: «Desde que la manza oyó lo que le dijo Eva a Adán, las manzanas suelen estar coloradas de rubor» y otras, añade uno, se quedan amarillas del susto.