La campana de los perdidos , uno de los locales de música en directo más característicos de Zaragoza, ha tenido que suspender sus actuaciones después de que la Policía Local haya precintado el equipo de sonido porque molestaba a los vecinos. Esta es otra muestra palpable de lo difícil que resulta amalgamar el ocio con el descanso, un derecho que debe primar por encima de todo. Pero el cierre no es la única solución, porque se corre el riesgo de convertir la ciudad en un auténtico muermo. La solución pasa por crear espacios en los que el ocio sea compatible con la vida, pero hay que hacerlo antes de que haya que precintar nada.