Podemos y sus convergencias y divergencias, IU y sus derivaciones periféricas, incluso el PSOE y su federación catalana... Todas las izquierdas se enredan con la cuestión nacional, siempre y cuando tal cuestión se plantee con enfoques centrífugos. España parece ser de la derecha, que construyó esa marca a su oscuro gusto, y a la parte contraria sólo le queda desfilar tras las senyeras, las ikurriñas y, si acaso, la tricolor republicana. Así, el neopartido de Pablo Iglesias empieza a desdibujarse como opción para gobernar el Estado español porque no es una organización sino varias, y porque su capacidad para criticar (con razón) el patrioterismo español se evapora ante el soberanismo catalán (sea en versión Esquerra o en la de la CUP) o el independentismo vasco (según la doctrina abertzale-radical).

A la derecha (PP y Ciudadanos) la situación le viene al pelo. Porque el choque entre patriotas centrípetos (ellos) y centrífugos (los otros) encaja como un guante en su argumentario. A los secesionistas de la periferia les pasa lo mismo. A las izquierdas... les es preciso ver «movilización social» en la liturgia nacionalista, reinventarse el internacionalismo para que no sea tal sino una especie de ONU de la buena gente, vituperar el cosmopolitismo como un vicio de pijos... y prolongar en tiempos posmodernos categorías sociales de otras épocas, tal que la de los menestrales (¿?), a quienes hoy se cita como impulsores y beneficiarios de la ruptura soberanista en Cataluña.

El procés ha derivado en un proyecto excluyente que intenta arrinconar a los no independentistas... a mayor gloria de Rajoy&Rivera, quienes, al oponerse, sostienen el fervor de los suyos. Ahí las izquierdas no tienen nada que hacer, salvo contemplar cómo el enfrentamiento entre pueblos hermanos beneficia a las respectivas élites, envenena la atmósfera y hace el caldo gordo a los reaccionarios de aquí y de allá.

Porque ellos sí saben ponerse de acuerdo. Y así el PNV aprobó el techo de gasto propuesto por el PP... mientras Carmena se tiraba de cabeza a una piscina vacía.