Tuve que ver la entrevista de Gloria Lomana en Antena 3 a Mariano Rajoy por obligación, porque es mi trabajo. ¿Mi gusto? Mi gusto hubiera sido leer un tebeo de Mortadelo y Filemón. No me provoca ningún interés este presidente que siempre sé lo que va a decir: nada.

Es el presidente que menos titulares ha dado a los medios (¡compárenlo con Aznar!), un señor con aire de funcionario en una ventanilla con diez tampones. Displicente, vacuo, sin alma, obvio en sus respuestas, sin ofrecer un solo argumento para que el espectador no rompa el billete de avión con el que pensaba huir de este país. Ni un gramo de esperanza. Solo dio una opinión, precisamente, cuando tenía que haberla evitado: a la infanta le irá bien. ¿Sabe algo más que no sepamos el resto de ciudadanos?

Menos mal que hay empresas que hacen bien las cosas: Atresmedia puso el FIN a El tiempo entre costuras, una serie basada en el libro de María Dueñas, de una producción soberbia, que ha supuesto un reto para una productora española. Hace tiempo que en televisión se saben hacer las cosas cuando hay medios. Cinco millones y medio de espectadores no se equivocaron. Y sirvió de paso para montar un maratón en las dos cadenas del grupo: Antena 3 y La Sexta, que celebraron el día de puertas abiertas más o menos. Todo fue tiempo entre costuras en este lunes de enero. Que ha lanzado al estrellato a una actriz soberbia como Adriana Ugarte, tan brillante como modesta y humana. Ni siquiera Mariano Rajoy fue capaz de oscurecer este glorioso día.