La democracia es una forma de gobierno complicada. Sus diferentes (y complementarias) naturalezas (representativa, deliberativa, participativa…) exigen para su funcionamiento el concurso de una ciudadanía dotada de conocimientos e información, lo cual, a su vez, aporta al sistema más y más sofisticación, debate y contradicciones. Es entonces cuando la gente primaria se mosquea y, azuzada por los demagogos simplificadores, reclama alternativas de cara o cruz y reniega de la política, que ha sido, es y será una actividad repleta de matices, de luces y de sombras.

Nadie dijo que sería fácil. La propia Transición constituyó un ejercicio en el alambre cargado de incertidumbres. Entre la muerte de Franco (ojo, que ahora nombro a la bicha como mera referencia cronológica) y la estabilización institucional del 82-83, se produjeron en España miles de incidentes y centenares de muertes violentas (a cargo de las fuerzas policiales y de las organizaciones terroristas). No fue un camino de rosas ni estuvo falto de episodios como aquellos que los pseudohistoridores revisionistas arguyen a día de hoy como justificación del golpe de estado del 36, la subsiguiente guerra civil y la dictadura que nos mantuvo sujetos a sus tiránicos y cleptómanos designios. La maquinaria democrática es compleja y por ello mismo exige mucho mantenimiento y un manejo sensible. Requiere compromiso por parte de la ciudadanía y dedicación y honestidad por parte de sus representantes. ¡Ja!, dirán ustedes ahora, con la (falta de) honestidad hemos topado. Y yo coincidiré en que el desprestigio de las instituciones y el abrasivo clima de suspicacia que se ha instalado entre nosotros es lo peor que nos podía pasar. Pero también habríamos de entender que las libertades son justamente el medio que nos permite saber de la corrupción y enfrentarnos a ella. Hombre… quizás fuese más tranquilizadora la ignorancia y más cómodo dejar la gobernación en manos de una élites incontestables y ajenas a la voluntad popular. Pero eso nos sumiría en la condición de súbditos; o sea, de idiotas. Elijan, H