Mucho antes de la Navidad, todavía en otoño, las luces de los grandes centros comerciales llenaban las calles de fiesta: ha llegado la gran orgía del consumo, la ocasión por antonomasia para intercambiar obsequios y satisfacer algunos caprichos vedados el resto del año. Para los peques y los jóvenes, Navidad equivale a vacación y regalos. Tiempo de ocio, no siempre bien utilizado, durante el que los reyes de la casa se enfrentan a una oferta exagerada de juguetes y artilugios que hacen de todo sin apenas intervención del niño: los dictadores del márketing parecen muy interesados en impulsar una generación sin derecho al pensamiento propio, una clientela que nada se cuestione salvo su capacidad de compra. ¿Por qué no hacemos de esta Navidad una oportunidad para la imaginación? En los libros hay aventura, juego, diversión; amor y tristeza, duelo y alegría; emoción, éxtasis, ternura- y, sobre todo, riqueza: todo el universo encerrado entre unas páginas. Cada libro esconde un arma cargada de futuro, generadora de ideas, que porfía en adiestrarnos a pensar y a preguntarnos el porqué de las cosas- un libro siempre nos envuelve en la magia de la vida. *Escritora