El párroco de un pueblo de Dinamarca, Thorkild Grosboell, se ha subido al púlpito y ha dicho que no existe un Dios creador, y que eso de la resurrección son paparruchadas, lo que contradice seriamente el fundamento de confesión de la Iglesia Luterana danesa.

Vamos, como si un médico en la consulta aconsejara a los pacientes que bebieran alcohol de 45 grados, fumaran, no hicieran ejercicio, y consumieran todas las grasas que pudieran. El Ministerio danés de Asuntos Eclesiásticos --que es que hay ministerios para todo-- ha suspendido al párroco hasta septiembre --de empleo, no de sueldo--, a la espera de que se pueda explicar por escrito.

A la espera de la llegada la antorcha olímpica, ésta sigue su camino de la mano de diversos atletas, y provoca lo que pudiéramos llamar bienes colaterales, y es que, el otro día, al pasar por Creta, la Policía organizó su dispositivo habitual, y uno de los helicópteros que vigilaba el recorrido descubrió una plantación de cannabis.

Bueno, tampoco es que sea infrecuente, porque la policía griega descubre regularmente plantaciones de este tipo a las que son muy aficionados los cretenses coetáneos. Y aviso a los coetáneos españoles: no sé si las próximas navidades vamos a poder comer turrón.

Recordarán que hizo un calor espantoso en primavera y, luego, un frío helador. Bueno, pues el calor aceleró la floración de los almendros y las heladas destruyeron la flor. Van a tener que hacer el turrón con pistachos, porque la marcona y la largueta, que son las especies de almendras comúnmente empleadas para la elaboración de los turrones, han sido las más afectadas y dan para unas pocas tabletas.

Dice mi tía Pascualina que esto le va a rejuvenecer, porque en la posguerra recuerda que el turrón de su casa sabía a cacahuete. Aleluya anticipatorio: Por culpa de la cosecha, las Navidades maltrechas.

*Escritor y periodista