Nunca es deseable incrementar el endeudamiento público, pero en circunstancias tan dramáticas como la que está viviendo Aragón (como el resto de España y Europa) es tan necesario como imprescindible. El Gobierno de Aragón ha obtenido créditos en tan solo cuatro meses por el mismo importe de los que obtuvo en los últimos cuatro años, y la deuda de este año ya equivale al 16% del total histórico, que es una losa global de más de 8.000 millones de euros.

Sin embargo, es ahora cuando queda más patente que nunca que solo los recursos públicos son capaces de afrontar -y aun así lo hace con dificultades- una crisis de una envergadura como nunca antes había vivido esta generación. Y se habla de cifras tan millonarias que no queda más remedio que acudir a los créditos con entidades financieras. Por fortuna, la fortaleza de la economía aragonesa y la confianza que generan las arcas públicas autonómicas han permitido que acudir al mercado financiero no haya sido especialmente dificultoso. Eso sí, hay que exigir que los intereses no sean especialmente gravosos, ya que se trata de una situación excepcional.

España ya ha activado una cantidad nunca antes vista en su historia para hacer frente a la pandemia. Alrededor de 200.000 millones de euros que equivalen al 20% del PIB. Aragón ya lleva más de 1.500 millones. La calidad de los servicios públicos, los de todos, es una exigencia, pero también hay que asumir que su mantenimiento y su accesibilidad supone un coste muy elevado.

En cualquier caso, el endeudamiento en este caso es necesario porque la sociedad en sí misma va a necesitar un profundo rescate cuando las cifras de salud pública sean asumibles por el propio sistema. Entonces empezará una reconstrucción que obliga a tomar decisiones como la adoptada por el Ejecutivo aragonés.