En plena pugna (estratégica y por el reparto del poder) entre ERC y el mundo posconvergente que a través de diferentes corrientes confluye en Junts per Catalunya (JxCat), la última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat ofrece algunos datos interesantes ante el hipotético escenario de una repetición electoral. Por ejemplo, que el bloqueo de la investidura da cierto margen a ERC, que según el sondeo superaría a JxCat y se disputaría la victoria con Ciutadans, que aun así seguiría siendo el vencedor; que el bloque independentista mantiene o incluso podría aumentar su mayoría en el Parlament; y que, sin embargo, el apoyo a la independencia de Cataluña ha descendido en ocho puntos en los últimos tres meses, de un 48,7% en octubre a un 40,8% en el último estudio. Resultados que se antojan contradictorios entre sí y que retratan el convulso momento político que se vive en Cataluña tras la crisis del pasado otoño, la pérdida de la autonomía, el resultado electoral del 21-D y la agotadora pugna en el seno del independentismo para formar gobierno.

Aunque las negociaciones siguen siendo un Dragon Khan que empequeñece a aquel que hizo fortuna durante la época del primer tripartito de izquierdas, el foco se sitúa ahora en el reparto de poder entre ERC y JxCat. En toda negociación de una coalición llega un momento en que hay que bajar al terreno del reparto de cargos y de esferas de poder, por lo que el atasco en cuestiones como bajo qué formación queda la gestión de la comunicación del Govern o de los medios públicos de comunicación no debería ser motivo de escándalo. Ahora bien, el problema es que ya hace más de dos meses de las elecciones, y que estas negociaciones de nombres y carteras no son más que la continuación del auténtico debate de fondo: si el nuevo Govern proseguirá con la vía unilateral que llevó a Cataluña a la pérdida de la autonomía o si se mantendrá dentro del marco estatutario y constitucional. Porque lo que el bloque independentista aún no ha dicho, tal vez porque no lo sepa, es cual va a ser la acción de Gobierno de este Ejecutivo cuyas carteras se están negociando. Cataluña necesita de forma urgente que se gobierne desde la Generalitat. Y la aritmética parlamentaria dice que solo el bloque independentista puede formarlo. En ello se está. Pero falta saber para qué.