Lo de ser liberal puede ser entendido de muy diversas maneras y en la medida que remite a la libertad, hasta suena bien. Si se emplea para señalar el valor de la tolerancia y el respeto a los demás. En política adjetivar la democracia como liberal sirve para insistir en la importancia de las libertades. Vale. Si lo que se quiere expresar es un canto al individualismo, a la reducción del Estado hasta limitarlo a un mero papel de árbitro y de garante de la libertad para hacer negocios ya no todo el mundo estaría de acuerdo. El liberalismo económico es contrario al papel del Estado como distribuidor de la riqueza y como garantía frente a los riesgos de la vida de los ciudadanos. En pura coherencia los que se abrazan a esta doctrina deberían desarrollar su iniciativa y olvidarse de vivir de lo que es de todos. Pues no, todo lo contrario. Lejos de desarrollar su iniciativa privada olvidándose de las mamandurrias, que diría la neoliberal Esperanza Aguirre, se dedican con insistencia a vivir de lo público, a asaltar lo público manu militari, a enriquecerse precisamente desvalijando al Estado. Lo de Ana Botella vendiendo cien bloques de viviendas públicas protegidas a precio de saldo demuestra hasta dónde puede llegar la falta de ética de los buitres. Pero solo es un síntoma, porque en contra de lo que digan las cínicas portavoces del PP, es lo que hacen con la Sanidad pública cuando pueden, con la Educación, incluida la superior, con los sistemas de protección social y hasta con la seguridad pública: recortarlos, privatizarlos. A ver si los tribunales les van poniendo en su sitio.

*Profesor de universidad