Conocí a Nieves Ibeas en un programa de Radio Zaragoza. No entendí ni retuve su nombre, pero ella sí me conoció, como colega mayor suyo de la Universidad y de otras hierbas. Cuando nos reencontramos y evoqué aquel debate, ella sonrió y comenzó una larga amistad, en la que he podido conocer la energía, la personalidad, el genio de la que creo ha sido la mejor política aragonesa de la democracia. Lleva más de treinta años en Zaragoza esta alavesa de nacimiento, que vino a cursar el segundo ciclo de Filología Francesa iniciado en el País Vasco, y se quedó... porque se encontró a Toño Gaspar (luego hablo de él). Un buen comienzo para esta serie apenas comenzada, en que quiero valorar el trabajo no siempre en común, pero la ilusión compartida, el respeto mutuo, la ejemplar convivencia en pareja.

Nieves leyó en 1985 su tesis de licenciatura sobre la francesa, aunque nacida en Venecia, Christine de Pizan (primera gran escritora medieval, filósofa, poeta humanista y defensora del papel de la mujer) y comenzó a trabajar en el departamento de Filología Francesa de nuestra Universidad. Tras seis años en el Colegio Universitario de Huesca, el resto de su tiempo ha sido profesora en la facultad de Filosofía y Letras. Doctora en Literatura Francesa en 1990 con una tesis sobre la imagen de la mujer en la novela de evasión francesa (1970-1985), fue titular dos años después, dedicándose a esos temas: literatura francesa y literatura comparada, escritura y feminismo, crítica literaria. Además, fue cofundadora del Seminario Interdisciplinar de Estudios de la Mujer (SIEM) UZ, miembro de Consejo Rector del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM), vicerrectora de Proyección Social y Cultural (2000 a 2003), y ese mismo año dio el salto a una intensa actividad política, siendo primero diputada (y desde 2011 portavoz) de CHA en nuestras Cortes, y presidenta del partido desde 2008 hasta 2012.

Ella ha repetido que jamás pensó que tendría el honor y la responsabilidad que ha asumido durante estos años en este Aragón que le acogió con respeto y cariño. Pero fue una decisión magnífica de su grupo. Y, tras esa presidencia ejemplar, ilusionante, de CHA; tras una portavocía muy fuerte, preparadísima, temible para sus rivales en las Cortes, ha decidido dejar esa actividad, porque cree que la política es para un tiempo, que otros lo harán de otro modo y hay que dejarles paso y volver a la base. Porque es hora de volver a casa, a la que se lleva el orgullo de haber dedicado una parte muy importante de su vida al servicio de los demás, y haberlo hecho con gran dignidad y coherencia.

Allí le espera, como en la Facultad, como en la reserva política que inició algo antes (al igual que Chesús Bernal, uno de los padres de ese moderno aragonesismo, a quien envío abrazos emocionados en su enfermedad), su marido y compañero, Antonio Gaspar, de la misma edad, nacido en Jarque de Moncayo, la que fuera sede de la fabulosa biblioteca de don Santiago Marquina y su hijo Luis y sus nietos. Toño, como le llaman sus amigos y hasta sus enemigos (cosechó muchos con su postura inflexible en asuntos urbanísticos, cuando fue edil zaragozano), siguió la misma carrera que Nieves, y mucho más filólogo que ella, más humanista, su tesis de licenciatura fue nada menos que sobre el artículo partitivo en francés, y la doctoral sobre gramática histórica francesa. Apenas estuvo un par de años en Huesca, como ella, y es profesor titular igualmente desde hace más de veinte años. Trabaja sobre lengua y lingüística francesas, lengua y cultura francesas del siglo XVI. Da gusto verles contar sus frecuentes viajes, o los futuros, por esa Francia que conocen a fondo, y a donde han llevado a sus hijos hasta que ya fueron solos.

Toño fue concejal y portavoz del primer grupo municipal de CHA en el Ayuntamiento de Zaragoza desde 1995 hasta 2008 (de 2003 a 2007, teniente de alcalde de Urbanismo, Vivienda y Arquitectura, en uno de los momentos más interesantes y de mayor cambio para la ciudad (preparación de la Expo, ejecución de Valdespartera --que recibió el reconocimiento Hábitat al desarrollo urbano sostenible de la ONU--, proyecto del tranvía y cercanías, dotación de numerosos equipamientos públicos a los barrios de la ciudad...). Un legado que fue muy discutido, pero ahí está, para disfrute de la ciudadanía. Hubo momentos en que Toño se convirtió en la bestia negra de otros grupos políticos, en especial el popular, por su negativa a propuestas sesgadas, su exigencia radical de razonamientos, cuentas, supervisiones. Al fin, cansado de una experiencia agotadora, exasperante, decidió en 2009 reintegrarse, feliz, a su anterior vida universitaria, en la que además de las clases e investigaciones, es coordinador de los estudiantes Erasmus y tiene varios proyectos, entre ellos un libro en colaboración sobre las primeras gramáticas francesas del XVI. Y es que ahora comparte trabajo, vida, familia, ideales, con Nieves, su pareja.

Catedrático de la UZ