Cuenta la leyenda (recurrente forma de introducir una anécdota preservando la fuente) que al conocer Esperanza Aguirre de boca del ministro socialista Ángel Gabilondo que este tenía pendiente una cita de trabajo para hablar sobre la reforma educativa con María Dolores de Cospedal, la entonces presidenta madrileña, con cara de desagradable sorpresa, le espetó: "¿Con esa vas a negociar?... pero si fue ¡Miss Albacete!"

El episodio es una prueba más de que las intrigas y codazos de los que se queja actualmente la secretaria general del PP no son ninguna novedad. Si en general la política hacia los ciudadanos está vacía de contenidos, hacia dentro está llena de guerras en el sótano de los partidos, pulsos por el poder que son más tácitos que explícitos. El caso que protagonizan Cospedal y Soraya Saénz de Santamaría, Miss Albacete y la Ratita presumida, es el penúltimo ejemplo.

Con el posmarianismo ya visible en el horizonte, una trata de sujetar su posición tirando de galones, aunque no sin dosis de arrogancia y autoritarismo; y otra opta por el hormiguismo (trabajo discreto y constante) y por mentir en voz baja cuando toca. Cuestión de estrategias. Eso sí, la figura de esta última (a la que Antón Losada llama vicepresidenta Maravilla) se agranda por momentos (tiene a su cargo el Centro Nacional de Inteligencia, que ya no depende de Defensa sino de Presidencia, y dirige la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, donde hace de árbitro entre Guindos y Montoro).

Desde la UCD no se veía a un partido en el poder desgajarse por dentro con esta facilidad. A falta de una oposición de peso (seguimos sin noticias del PSOE más allá de que ya le han buscado trabajo a Elena Valenciano en Europa), los hasta ahora pétreos populares se pelean entre ellos en unas auténticas y aguerridas primarias al tiempo que pierden motores y alas; Vox se les cuela por la derecha y la FAES de Aznar les pasa por encima en vuelo rasante dejando caer su doctrina aquí y allá. Y que nadie espere que el jefe supremo del Gobierno y del PP rompa su habitual inmovilismo y tome partido. Dejará que seamos nosotros solos quienes descubramos quién es de verdad la niña de Rajoy. Periodista