La actual crisis es sin duda la más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. En este momento nadie puede hacer una previsión o dibujar el escenario humano, social y económico de cómo estaremos dentro de 3 o 4 meses. Hoy, ya hemos perdido muchas vidas y somos más pobres. La cuestión es: ¿cuando salgamos vamos a ir cada uno a lo suyo, que cada cual se busque la vida y el que venga detrás que arree? ¿Podemos salir solos? Ni sería justo ni una sociedad, que en estos días ha mostrado lo mejor de sí misma, lo va aceptar. Ni los sectores más afectados ni el resto de la sociedad van a dejar de solidarizarse. Además, lo hará de verdad, no sólo con aplausos y empatía sino también con el bolsillo. Si, y también con la bandera.

Los Pactos de la Moncloa nacieron en una situación de crisis económica pero también de crisis política y cambio de régimen. Los Pactos de la Moncloa (1977) fueron la antesala de la Constitución (1978). Se denominaron la Constitución Económica e incorporaron cuestiones sociales muy diversas, como por ejemplo la despenalización del adulterio femenino (recuerden de dónde veníamos), pero el contenido principal era de carácter económico. Su finalidad era arreglar la economía para centrarse, a continuación, en el asentamiento de la democracia. Fueron unos pactos que permitieron afrontar la crisis económica y repartir los costes de la crisis, después de unos años de intensas movilizaciones sociales, estudiantiles y obreras. En 1976 hubo una huelga general importante. No olvidemos el contexto conflictivo en aquello que se llamó la Transición, ignorada por algunos e incluso vilipendiada.

Los pactos los firmaron los partidos políticos en un momento en el que los sindicatos tenían una gran vinculación con los partidos políticos de referencia, UGT con el PSOE y Comisiones Obreras con el PCE y una gran conexión social.

Ahora no hay una crisis de régimen, ni una crisis política pero la gravedad de la situación social y económica va a superar con creces los males de aquel momento. Se va a requerir del esfuerzo de todos por la caída de la riqueza, el cierre de empresas, la pérdida de rentas, del empleo. La recuperación no se producirá en un periodo corto. Exigirá un apoyo del conjunto de la sociedad empezando por la Unión Europea, continuando por el gobierno y por el conjunto de la sociedad, para poner a disposición del sistema productivo y de los desempleados una cantidad ingente de recursos. Los términos usados de Plan Marshall o Plan de Reconstrucción captan el sentido de lo que se debería hacer.

Consenso

Gestionar unos programas de esas características va a ser complejo y si no hay un consenso para esa gestión, si hay enfrentamiento político, los resultados se retrasarán y se profundizará en la desigualdad y en la exclusión social, o sea, en que paguen los de siempre. La política de pactos es para afrontar la crisis social y la crisis económica repartiendo de forma equitativa los costes. Claro que no todo el mundo tiene la misma visión sobre la sociedad y sus problemas pero estamos en una situación excepcional de una gravedad desconocida. Cada cual tendrá su visión y prioridades pero no debería ser difícil encontrar un mínimo de consenso para la reconstrucción.

¿Qué nos diferencia en estos momentos de aquellos Pactos de la Moncloa? En primer lugar, la profundidad y el tipo de crisis y, en segundo lugar, que nuestras instituciones políticas han sufrido un deterioro importante en estos años y por diversas circunstancias.

Está crisis es tan global que no ha generado conflictos sociales y hay una inmensa solidaridad, de todo el conjunto de la sociedad; no hay bandos, no hay enfrentamientos. Además, no se ha producido como en otras ocasiones por la rapiña financiera o la especulación. La pandemia global no ha nacido de intereses económicos.

Respecto al aspecto institucional, en aquel momento, 1977, había una voluntad de crear instituciones sólidas, voluntad de crear un sistema democrático. Se producía una conjunción entre las fuerzas políticas y los intereses sociales. En estos momentos, la fractura política, los esencialismos y la polarización son muy elevados. Un grave problema.

La recuperación va a exigir el pacto y quienes se muestren recelosos o exhiban sus esencias ideológicas se van a equivocar, especialmente cuando se vean las consecuencias. Todavía no visualizamos el paisaje después de la pandemia y algunos, a izquierda y derecha, se quieren poner las mascarillas sin quitarse las orejeras. Decía Mark Twain que la historia no se repite pero rima. Aunque la pandemia hoy es un macabro verso suelto, los pactos riman.

*Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales