Tengo una amiga que sufrió malos tratos, denunció, llevó pulsera de seguridad, tuvo a un policía asignado (su ángel de la guarda, un segundo padre, decía ella) y respiró cuando el juez condenó a su ex marido a pena de cárcel y le impuso una orden de alejamiento. Han pasado los años, y mi amiga, que ha malvivido desde entonces en trabajos precarios, manteniendo ella sola, a pulso, a tres hijos, se enfrenta ahora a un dilema que no le deseo a nadie. Resulta que su ex no le pasa la pensión de alimentos para sus hijos que le impuso el juez. De hecho, no se la ha pasado jamás. Y si mi amiga quiere acceder a las ayudas que el Estado destina para tal situación, tiene que denunciar a su ex. Al que, dicho sea de paso, tiene un miedo cerval. Sin denuncia, no se pueden tramitar las ayudas. Pero justo ahora se acaba el plazo de la orden de alejamiento, y ella piensa que si denuncia, su maltratador, que ya está fuera de la cárcel, va a ir a por ella. Así que ¿qué hace? ¿Denuncia y corre el riesgo de enfadarlo, o tolera la situación y renuncia a las ayudas a las que tiene derecho, porque está asfixiada económicamente y no puede más? Maltrato para ella, maltrato para sus hijos, y haga lo que haga, el maltratador mantiene el control sobre su vida. En fin, que cuando oigo a ciertos partidos decir que si no sé qué de denuncias falsas, que si hay que proteger a hombres, mujeres, niños y animales por igual, yo les invitaría a conocer a mi amiga. Por cierto, pueden venir a verla a caballo, si quieren. No será lo más raro, ni lo más terrible, que le ha pasado en la vida.

*Periodista