Cuando alguien se mete en camisa de once varas -un dicho casi en desuso pero vigente por la aptitud de quienes nos gobiernan- se entiende que además de complicarse la vida, innecesariamente, implica no tener las ideas muy claras en algunos asuntos. Es lo que estamos viendo en determinados hechos que gestiona el Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC). Los comienzos de esta corporación ya no fueron buenos cuando, con carácter casi de urgencia (recién llegado al ayuntamiento), intentan cambiar el nombre del pabellón Príncipe Felipe después de haber sido aprobado este en pleno municipal- esto es importante- en 1986; y lo cambian porque sí, sin saber que no es posible hacerlo si no se utiliza el mismo órgano que lo decidió. Como el cambio no se ha permitido hacer debido a la norma reglamentaria, este Gobierno de ZeC ha recurrido cada sentencia hasta llegar al Supremo. ¡Al Supremo! Se supone que esto se hace por un motivo esencial, lo único que cabe pensar es si, cuando se maneja poder y dinero público, las neuronas se desvían y aflojan creando vacíos irracionales, cómo se justifica entonces la meteórica peatonalización de la calle Don Jaime I en vísperas de la fiestas del Pilar, ¿quizá por temor a ser suspendidas cautelarmente? Pues es posible que esto ocurra antes que este artículo sea publicado, debido a que un particular ha puesto una denuncia por los perjuicios que le proporciona a su actividad, lo cual supone que la peatonalización se puede quedar a medio hacer en el tiempo, dejando la calle intransitable para cualquier vehículo, también para los propios viandantes, ¿quién se arriesga a una caída? luego vendrán las denuncias por los accidentes. ¿De verdad que esta obra ha sido aprobada por el pleno municipal? o tampoco.

*Pintora y profesora