Aún hay algo peor que la violencia sexual contra las mujeres, y es el silencio que impone la violación. Callan por miedo al violador, pero callan, sobre todo, por vergüenza, el sentimiento más turbador al que habrán de enfrentarse. Cuesta entender este silencio cuando son cientos de miles las mujeres violadas en masa, como les ocurrió a las alemanas en los últimos meses de la Segunda Guerra. Ultrajadas por hordas de rusos que buscaban vengar a sus propias mujeres de similar trato por parte de los alemanes. Una alemana, anónima, se atrevió a contarlo en un magnífico libro que durante años estuvo prohibido en Alemania por "inmoral". Una mujer en Berlín es un relato tan aterrador como el de la periodista colombiana Jineth Bedoya, víctima, como medio millón de compatriotas más, de hordas de colombianos que forman las FARC, los grupos paramilitares, policiales, etc; y que utilizan a las mujeres como arma de guerra. Jineth es, ante todo, una periodista comprometida, y su desgarradora experiencia nos ha conmovido en el XV Congreso de Periodismo Digital de Huesca en el que otro periodista, Pablo Tosco, presentó un magnífico documental producido por OxfanIntermón sobre las colombianas utilizadas como campo de batalla. Ellas sí que hablan y denuncian, porque aunque las violaciones queden impunes el mundo entero debe conocer la miseria moral de un país democrático con una constitución fundada en "el respeto a la dignidad humana".