Tras los Globos de Oro, leo un manifiesto de artistas e intelectuales francesas contra lo que llaman el «puritanismo sexual» a raíz del caso Weinstein. Es obvio que ser mujer no te hace feminista, cuando somos educadas bajo el patriarcado, pero el manifiesto contiene frases que merecen reflexión.

«Puritanismo sexual». Es la respuesta automática ante la denuncia. Es la falacia de hacer creer que la libertad va asociada a la sexualidad. La libertad no está en nuestros cuerpos, sino en nuestra mente y deseos. No está en los deseos del patriarcado. Hay que ignorar la historia para vendernos de puritanas cuando fue el feminismo radical el que puso sobre la mesa el debate sobre nuestro placer o el clítoris, cuando miles de mujeres confesaban que no habían sentido un orgasmo en su vida. También propició los mayores avances ginecológicos y demostró que lo personal es político, que lo sexual es político. Antes de tacharnos de puritanas, echad el freno porque la mayor libertad sexual la ha traído el feminismo y quien más atenta contra nuestro derecho sexual es el machismo.

«La seducción insistente no es un delito, ni la galantería una agresión». Una frase en la que el tema del consentimiento se pasa por alto. La seducción insistente cuando no hay aceptación por la otra parte es un mecanismo de presión, imposición y acoso. De hecho, la seducción forma parte de las estrategias de depredadores sexuales y manipuladores emocionales para engañar en su propósito. La mayoría de acosos y violaciones se producen en entornos conocidos y así se ganan la confianza de la víctima. No necesitamos galantería, necesitamos que nos respeten. Por ser mujeres y por ser personas, no objetos de placer.

La «campaña de acusaciones públicas hacia individuos a los que no se deja la posibilidad de defenderse». Es lo que Allen matizó como caza de brujas. Supongo que, cuando hay miedo de ser descubierto se teme estas denuncias. Justo los hombres seguros de sí mismos repudian a los hombres acosadores. Nos quieren sumisas y calladas. El feminismo radical creó los grupos de autoconciencia y ahí se descubrió que todas las formas de presión que vivíamos no eran casos aislados. Tras años de silencio ahora las mujeres empiezan a dejar de normalizar, a hablar, y tomar conciencia de la cosificación e hipersexualización de nuestros cuerpos. No somos agresoras, somos agredidas. Y no se puede defender lo indefendible.

Hay una «fiebre por enviar a los cerdos al matadero». Una frase muy desafortunada cuando las únicas asesinadas, cada mes, somos nosotras. No nos inventamos nada. Solo denunciamos lo recogido en tratados internacionales como el Convenio de Estambul. «Robar un beso» o «te toquen una rodilla» es algo que la propia OMS reconoce como violencia sexual según el contexto, junto a «los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados». Naciones Unidas censuró a España por ignorar a las víctimas de abusos y acosos, que afecta a 1,4 millones de mujeres. El 55 % de las europeas han sufrido acoso sexual, según la agencia de Derechos Humanos de la UE. Ese es el debate porque ese es el delito.

Defendemos «la libertad de importunar». Es el colofón del manifiesto. Inventar una libertad que no es existe y que, en verdad, da libertad al acoso. Importunar, según la RAE, significa «incomodar o molestar». Juntáis una libertad inventada junto con el patriarcado del falso consentimiento y ya tenéis la fiesta hecha al antojo de vuestros deseos. Es un manifiesto donde solo se reflexiona sobre la sexualidad del hombre. Donde nuestra libertad sexual queda, una vez más, a expensas de su decisión.

Dicen que «como mujeres, no nos reconocemos en este feminismo que, más allá de la denuncia de los abusos de poder, toma el rostro del odio a los hombres». Muchas, como mujeres, no reconocemos un texto que blanquea los abusos de poder y que toma el rostro del odio hacia las mujeres que denuncian.

Estamos acostumbradas a campañas de desprestigio, de feminazis a puritanas, pero no callaremos porque son argumentos vacíos. Que no os afecte un puritanismo que no existe, es machismo lo que sufrís. El feminismo lucha para liberar del patriarcado. Somos defensoras de los derechos humanos y, entre ellos, de la libertad sexual y reproductiva de las mujeres, sin sumisión, coacción ni violencia. Aún más en el marco del neoliberalismo sexual. Decía Simone de Beauvoir que «el opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos». A la vista está. Más liberté, égalité y sororité, por favor.

*Profesora y periodista