No es verdad que Franco quisiera trasladar la fuente de la Cibeles a los jardines de El Pardo. El rumor corrió por las redes pero es mentira. También dicen que su señora pensó en adornar una salita con la Dama de Elche, o aún más, en llevarse el Cristo del Gran Poder, desde Sevilla a su capilla privada del Palacio. Todo esto son mentiras. Lo de las esculturas de Abraham e Isaac, del Pórtico de la Gloria que el general vio en 1960, en una visita al Ayuntamiento de Santiago ya es otra cosa. Esto es rigurosamente cierto. Fue un capricho, un pronto que tuvo, y el ayuntamiento gustosamente se las envolvió en papel de regalo en cuanto tuvo noticia. A la fuerza ahorcan. Ahora, un juzgado entiende sobre el asunto y ya veremos qué pasa. Varias décadas tras la muerte del dictador, este país intenta ajustar alguna cuenta pendiente con los herederos porque claro, nunca se les llevó al Juzgado para esclarecer el origen de la fortuna que disfrutan. La transición fue lo que fue y demasiado bien salió para la relación de fuerzas que había. Lo urgente era conquistar la libertad y la democracia a fuerza de ser generoso y mirar para otro lado. Pero lo que sí es verdad es que los franquistas tenían la fuerza que tenían y… ¿todavía tienen? Ah, lo del manto de la Virgen del Pilar no fue un robo. Se lo llevó el franquista arzobispo Cantero Cuadrado por caridad, en el último momento, a ver si resucitaba. Y lo del brazo incorrupto de Santa Teresa tampoco fue un robo, lo tuvo prestado cuarenta años y al morir, la familia lo devolvió. Debía tener poco valor crematístico. Las cosas como son. H *Profesor de universidad