La infanta no está satisfecha", dice ella por boca de su abogado. Pues mira, tiene razón. Nosotros tampoco estamos satisfechos.

No estamos satisfechos de pagar la luz más cara de Europa y de andar todo el día a media luz para ahorrar lo que no se nos descuenta después en el recibo. Tampoco estamos satisfechos con el ministro del ramo que debería dejarlo porque ni siquiera sabe ponerse a las órdenes de las grandes compañías eléctricas, que son las que nos roban descaradamente. Es un señor al que se le ve bajo de potencia en sus funciones de gobierno.

No estamos satisfechos con el engendro de la nueva ley del aborto ideada por Gallardón, a quien por cierto en Madrid empieza a conocérsele como "el ministro Abortón" en pintadas callejeras. Esperamos que él siga teniendo hijos por la gracia de Dios y de su confortable economía, y que los hijos de sus hijos se formen adecuadamente en el vientre de sus madres, sin taras ni minusvalías porque ya no existirán las ayudas a la dependencia que sus familiares se han ido cargado tan ricamente.

No estamos satisfechos porque con esta ley retrógrada --por la que volvemos a ser el hazmerreír de todo el mundo civilizado-- estamos como hace más de cuarenta años: en la calle defendiendo nuestro derecho a decidir como mujeres cuando queremos o podemos quedarnos embarazadas, sin que la Iglesia católica o los políticos metan sus sucias narices en el tema. Es tremendo e irracional que ni siquiera la malformación del feto quede descartada como supuesto de despenalización del aborto. Es de una crueldad inusitada que se obligue a mujeres inestables o que aleguen riesgo psíquico para continuar con un embarazado no deseado a arrastrarse en pos de tres certificados médicos que coincidan en el diagnóstico de que no están en condiciones de traer más hijos al mundo. Vamos, de que están hechas polvo, incluso para afrontar sus propias vidas. Ni la inquisición llegó a tanto, porque en cuestiones de embarazos secretos miraban siempre para otro lado, no fueran futuros hijos del obispo los señalados en los vientres de las mujeres seducidas o no.

No estamos satisfechos de tener un gobierno incapaz de sacar del paro a seis millones de españoles; y sin embargo ser capaz de rescatar bancos que aumenta sus beneficios en plena crisis y de que España sea el quinto país de la UE con más banqueros ricos. Ya hemos visto cómo trabajan y para quién trabajan gentuza como Blesa y sus correos considerados "íntimos".

No estamos satisfechos de estar perdiendo una Educación y una Sanidad públicas envidiadas y modélicas para países como EEUU o Reino Unido. Sectores a los que cada mes se adelgaza para engordar las cuentas de los negocios privados en los que obviamente andan metidos los mismos que recortan. Así que los que pagamos con nuestra propia Visa nuestros gastos y no con la de Aizoon no solo no estamos satisfechos. Estamos hartos.

Periodista y escritora