La cumbre empresarial telemática que comenzó esta semana en España y que continuará unos días más es un estupendo foro para mirar con ilusión el futuro después de los azotes que la crisis sanitaria ha dado a la economía. Más de cien empresarios buscan soluciones y por las pantallas ya han pasado aragoneses como el presidente de Ibercaja, José Luis Aguirre, el de los hosteleros de toda España, José Luis Yzuel, o la CEO de Libelium, Alicia Asín, que han aportado sus compromisos para que puedan ser trasladados a la sociedad en unas conclusiones, 25, que después aprobará la Asamblea de la CEOE. Ojalá todos ellos hayan entendido que la sociedad necesita referentes, ellos pueden serlo, y ahí han estado grandes y pequeños empresarios y autónomos (quizás ha faltado la universidad). Pero algo debe quedar muy claro: España necesita avances, no planes para mantener la actividad económica porque no ha habido una guerra que haya destruido nada y debemos aspirar a salir de la crisis de manera muy distinta a como ocurrió en el 2011, porque si salimos igual, saldremos peor.

Algo ha cambiado en la clase empresarial. El tono que se ha escuchado estos días no se parece en nada al del 2008. Entonces de su boca solo se escuchaban mensajes sobre la cultura del esfuerzo, trabajar más y cobrar menos, y había un reproche continuo y moral hacia los trabajadores. Se escucha, eso sí, el totem de la reforma laboral, aunque no se cite, diciendo que si ha funcionado para qué se va a cambiar. Quizás no es el momento más oportuno para estas derogaciones, pero eso de que ha funcionado habría que analizarlo detenidamente. Ha funcionado para generar un mercado laboral más precario, y hay que huir de ahí. De la gran recesión la salida fue muy desigual y debería aprovecharse esta cumbre empresarial para dejar compromisos muy claros y qué costes se está dispuesto a asumir para salir de la crisis. Si los vuelven a pagar los más débiles, poco se habrá avanzado y mal le irá a España en el futuro.

El Gobierno central debe colaborar y mucho de esta referencia económica. Y quizás no se está viendo un empuje decidido hacia esos avances necesarios. El próximo martes, el Consejo de Ministros va a aprobar el plan de medidas de apoyo a la automoción que está bien por cuanto supone una buena inyección económica para la compra de todos los vehículos que se fabrican en España, y Aragón vive mucho de esta producción. Pocas críticas ha tenido porque son ayudas a la compra de vehículos (unos 800 millones de euros) y a la inversión en movilidad sostenible, unos 2.500 millones, centradas en desgravaciones fiscales, I+D+i, cursos de formación, créditos ICO a la digitalización de las marcas... Pero no son medidas suficientes para la política industrial que necesita España (y Aragón) para este siglo.

Sin un plan estatal, en industria no se avanza y dentro de cinco años la crisis del sector de la automoción podría ser mayor. A falta de un plan europeo, Alemania y Francia, sus gobiernos, sí han diseñado grandes propuestas industriales inversoras, como hizo China hace cinco años al elegir los sectores más estratégicos y hoy son líderes mundiales. Por ejemplo, sus coches eléctricos están traspasando fronteras y están entrando a Europa por Noruega a precios mucho más asequibles que los de las gamas europeas. La política que siguió España en los 80 con las energías renovables y el sector aeroespacial debería ser el modelo a seguir. Y eso que Aragón, aún destacando con las renovables, no está teniendo el tirón que debería y el impulso necesario en el mundo globablizado.

De esta cumbre empresarial por videoconferencia tendría que salir un compromiso de diseñar junto al Gobierno (el que sea, pues ni el Ejecutivo PSOE-Podemos va contra los empresarios ni todos los que dirigen las empresas en este país son de derechas, rompamos ya esos mantras) una clara política industrial para los próximos cinco o diez años. Y ahí el mundo del coche eléctrico (en España, recordemos, solo se ensamblan coches, no se fabrican motores) es vital. Se necesitan ayudas europeas, obviamente, y en la cumbre presencial que los jefes de Estado y de gobierno de la UE van a celebrar coincidiendo con la nueva presidencia de Alemania del consejo desde el 1 de julio se repartirán esos millones de euros tan necesarios para la recuperación. Quizás la asunción de la presidencia por parte de Angela Merkel puede ser positiva, pero España, su Gobierno y sus agentes sociales, deben ser cómplices de un nuevo giro económico. La recuperción no debe pasar por lo mismo que en el 2011.

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