De hecho, amable lector, cuando lea usted estas líneas quedará escasamente día y medio de campaña electoral. Esta semana tiene doble importancia. Primero porque es la última, y cada minuto tiene un mayor valor de cara a obtener el voto propio, sea sacándolo de la abstención (un punto) o arrebatándolo al adversario (que puntúa el doble, claro). Segundo porque es una semana que podemos denominar ciega : al no poder publicar encuestas los partidos --que sí las continúan haciendo-- saben lo que está pasando, y cómo va evolucionando el voto, pero no pueden trasladarlo al electorado. Incluso los medios de comunicación tienen las suyas, pero con idéntica limitación. Ello obliga a acudir a reflejos indirectos: si se ve a Rajoy que pone jóvenes de fondo en los mítines, es porque ese sector va bajo y pretende recuperarlo; si Zapatero habla de oficializar la lengua de signos, es que está haciendo un guiño al sector de los discapacitados, que quizá no le apoya como él suponía; si Durán dice que aceptaría un ministerio de uno o de otro, está señalando cuál puede ser la futura coalición. Pero al final, y como decía el maestro Alfonso Guerra, la mejor encuesta, la de las ocho de la tarde.

*Abogado