El próximo presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, quiere mantener la candidatura de Buttiglione a comisario de Justicia, Libertad y Seguridad porque, dice, no puede haber "ningún tipo de discriminación", y porque hay que mostrar tolerancia ante los "diferentes puntos de vista". Pero las afirmaciones del candidato italiano eran precisamente intolerantes --al calificar de "pecado" la homosexualidad--, machistas e incluso contrarias a la Constitución europea, pues negaban la igualdad entre hombres y mujeres al aseverar que el matrimonio existe para que ellas "tengan hijos y cuenten con la protección de un varón".

Barroso insiste en que las "creencias personales" no interferirán en las políticas que se aplicarán. Pero es absurdo esperar que Buttiglione vaya a afanarse en defender la justicia y libertad de los europeos independientemente de su credo, sexo u orientación sexual, cuando él mismo advierte amenazador: "No prostituiré mi conciencia". Podemos estar en vísperas de una nueva crisis de la UE si Barroso y Berlusconi se empeñan en nombrar comisario de Justicia a un tipo del que desconfía una amplia parte de la opinión pública. Sería una irresponsabilidad no rectificar.