Los grupos parlamentarios en las Cortes han suscrito el Pacto por la Convivencia en Aragón, autoimponiéndose el veto al uso partidista de la inmigración como «arma arrojadiza» en los próximos comicios. La iniciativa es loable al rechazar sin concesiones los discursos basados en el odio, el miedo, el racismo o la xenofobia, pero da una idea de a qué niveles se habrá llegado para que este acuerdo sea necesario. Debería estar en el ADN de todos los firmantes sin necesidad de rúbrica. Pero el pacto no debe evitar que los partidos debatan sus posturas ante medidas en positivo.