El profesor Tierno Galván se dirigió al Madrid de la movida invitando al personal a colocarse. «¡... Y al loro!», acabó el exhorto. Porque, ojo, una cosa es ponerse a tono en una noche de farra y otra perder el control, dejar salir a la bestia y protagonizar finalmente un amanecer salvaje, agresivo, imbécil y dañino.

Soy de aquellos que creían a pies juntillas en que el impacto de la enseñanza gratuita, obligatoria y de calidad convertiría a la española en una sociedad de estilo centroeuropeo o escandinavo, donde la ciudadanía actúa como tal y no es preciso vigilar a la gente para garantizar que cumple las normas. Noruega es el país más socialista y libre que jamás he visto; pero es que allí nadie (salvo quizás una ínfima minoría) se pasa de la raya. El caso es que aquí no ocurre lo mismo, y la evidente mejora en la formación de niños y jóvenes no ha resuelto el problema. Lo cual constituye, por cierto, un fracaso del sistema y de las familias. Arrastramos mucha burricie (lo digo siempre), y no hay manera de poner en su sitio a todas esas personas que, como decía Machado, desprecian cuanto ignoran.

Fiestas populares, findes veraniegos y otras citas con la juerga dejan (no siempre, pero con excesiva frecuencia) un rastro de agresiones sexuales, peleas, accidentes de tráfico y vandalismo. Las manadas proliferan: borrachos y drogados asesinan ciclistas o arrollan a peatones, perpetran violaciones en grupo o destrozan lo que se les pone por delante. Sin duda el alcohol o cualesquiera otros productos sacan de su subconsciente una oscura carga de miseria, sociopatía e ignorancia.

Lo saco a relucir porque todo eso pasa entre nosotros: en Huesca, en Casetas (ayer mismo), en Caspe (donde este fin de semana unos animales destrozaron las cristaleras del centro que atiende a discapacitados psíquicos). Cunden las barbaridades de norte a sur. En la Semana Grande de San Sebastián hubo una violación en la playa de Gros. Por toda España, muchos ciclistas no se atreven a salir a la carretera la mañana de los domingos. Una verdadera pena.