Os deseo lo mejor para este año recién estrenado, preñado de esperanza y de citas electorales. Aún no sabemos si acudiremos a una macro-convocatoria en la que el debate sobre Aragón quedaría desdibujado, o nos habituaremos a acudir varios domingos a urna de doce. En todo caso, hay que acudir, que el derecho a voto costó vidas. Aunque a veces nos desencantemos, no está mal recordar que el sufragio universal es mejor que no tener derecho a sufragio.

Los políticos afrontan la difícil tarea de encender nuestra ilusión. Se preparan gabinetes, asesores y oráculos, desempolvan las capas y las coronas de oropel que lucirán en esta cabalgata 2019.

Siempre voto, aunque tenga que respirar profundo, cerrar los ojos y auto-ilusionarme. Es verbo complicado este último, porque en nuestra lengua significa tanto enamorarse y entusiasmarse, como ser víctima de un espejismo o de un chasco.

Es una ilusión decir que el mundo va bien, es iluso pensar que no existe la injusticia social, ni la corrupción, ni la violencia. Ilusionarse es llenarse el alma de esperanza, pero con una neurona anclada en tierra.

Este año quería carbón y auguran que no es rentable. Si lo sabían desde hace tanto por qué no crearon una fuente de esperanza hace diez años en Andorra. No digo molinos, Sancho, que están bien, pero generan pocos empleos. Una industria agro-ecológica, pongo por caso, que sé que Endesa no lo tiene entre sus prioridades, pero tampoco le pidió nadie patrocinar la Liga.

Y si no me traen carbón, algo que lo sustituya y que no sea ilusorio, sino ilusionante. Que no me vengan con el espejismo iluso de que sobran extranjeros, ni con que hay que apoyar a las regiones ricas que son las que dan empleo y trabajo. Los programas que utilicen al inmigrante, a las mujeres, o a los ancianos… los que usen a cualquier ser humano como arma arrojadiza, pienso castigarlos, no con carbón, sino con mi indiferencia y muchos me van a imitar, que la gente no es tonta.

Quiero mi tren eléctrico en Canfranc, quiero repoblación (indios, vaqueros y caravanas), ¿será por falta de tierra, de sol o de aire?, quiero agua para todos, quiero la N-232 desdoblada, que mis primos de Navarra la tienen.

Quiero jugar en paz y que la puerta de mi casa nunca se cierre para quien venga. Conservo ilusiones y no tengo edad para ser un iluso. Feliz noche.

*Escritor y profesor de la Universidad de ZaragozaSFlb