Creo que es imposible encontrar en España un nombre mejor que Goya para bautizar cualquier premio, ya sea de cine, de pintura rupestre, de turismo o de novela negra. Goya suena a joya, a modernidad y tradición, a arte inmortal, a esencia de un país de garrotazos, pesadillas, verdades, energía, tiempos e historia. ¿Premios Buñuel? Demasiado largo si tenía que sonar como los Oscar de Hollywood o los César franceses. ¿Premios Picasso? Perfecto para un certamen vanguardista. ¿Premios Lumière, como alguien sugirió en 1986? Ni el país vecino que los engendró lo utilizó. Goya es ideal, sin duda. Uno de sus principales valedores fue otro aragonés ilustre, Carlos Saura, que en su día defendió esa denominación porque, a su juicio, el pintor de Fuendetodos hubiera sido en el siglo XX un genial cineasta, como Luis Buñuel. El calandino fue el principal y casi único candidato del mundo del cine para dar nombre a los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.

Hoy se celebra, con las más elementales restricciones, la trigésimo quinta edición de los Goya. Para más honra de Aragón, la película 'Las niñas', de Pilar Palomero, es una de las grandes candidatas al éxito. La cineasta zaragozana opta a los premios a la mejor película, al mejor guion y a la mejor dirección novel; sus paisanos Carlos Naya (mejor canción) y Arantxa Ezquerro (mejor vestuario) aspiran a llevarse otros galardones por el mismo filme. Otro aragonés que quiere vivir una gran noche es Javier Macipe, por su cortometraje 'Gastos incluidos'. Consigan o no colocar esos goyas en sus estanterías o vitrinas, sus nombres ya forman parte de la amplia nómina de aragoneses por el mundo del cine que nos enorgullecen.