Desde hace unos días me viene a la cabeza, con especial intensidad, una de las consignas que miles de mujeres coreaban en las calles de nuestro país: aquel famoso eslogan de "Nosotras parimos, nosotras decidimos". Una frase, una afirmación, que además de formar parte de la lucha del movimiento feminista, englobaba toda una declaración de principios. Un grito, silenciado muchas veces y durante mucho tiempo, que venía a señalar que nuestro cuerpo era precisamente eso, nuestro, y que, además, sobre él debíamos tener la capacidad de decidir y nada ni nadie nos debería negar un derecho tan fundamental como el derecho a decidir.

Fueron tiempos de lucha, de reivindicación y de dignidad. Una conquista social de miles de personas, principal y mayoritariamente mujeres, que defendieron su/nuestro derecho a una buena salud sexual, el derecho al acceso de métodos de anticoncepción, nuestros derechos reproductivos, etc. Fueron muchos años reivindicando algo que creíamos tan obvio como nuestro derecho a una maternidad libre, segura y responsable. Un tiempo en el que pensábamos que ahora sí, que por fin, el "nosotras decidimos" era una realidad consolidada asumida por la inmensa mayoría de la ciudadanía.

Hoy, muchos años después, el ministro de Justicia nos ha espetado que lo que creíamos (a lo que se ve, ilusamente) como un derecho, y por lo tanto inamovible e intocable, no lo es. El Gobierno del PP, en uno de los mayores ataques que se conocen a los derechos de la mujer, nos viene a recordar que, en materia de derechos, nada ni nadie está a salvo.

Desde mi más absoluta perplejidad e indignación, llevo un tiempo haciéndome una serie de preguntas que no alcanzo a poder contestar sin que no me sienta totalmente degradada en mi condición de ciudadana y de mujer; porque si no, ¿cómo es posible que en pleno siglo XXI se pretenda obligar a una mujer a ser madre? ¿En qué tipo de convicciones morales, religiosas, éticas y/ o políticas se basa alguien para obligar a una mujer a traer al mundo a un hijo o hija con graves malformaciones congénitas? ¿En qué momento las mujeres hemos perdido nuestro estatus de ciudadanas de pleno derecho y nos hemos convertido en seres (ni siquiera personas) que necesitamos ser tuteladas? ¿Qué tipo de gobernantes, y desde qué atalaya moral, se pueden creer con el derecho a legislar para que "nosotras (ya no) decidamos" sobre algo tan fundamental como es nuestro propio cuerpo? Preguntas a las que, por muchas vueltas que le doy, y créanme que lo hago, sólo encuentro una terrible explicación: que vivo en un país cuyo gobierno ha decidido de forma unilateral no respetarme ni como ciudadana con plenos derechos ni como mujer.

Hoy, más que nunca, me siento en deuda con la miles de mujeres que lucharon a lo largo de los años por construir nuestros derechos. Y, a la vez, siguiendo su ejemplo, me siento responsable en este tiempo que me toca vivir, con y por las mujeres del presente y las del futuro, retomando la lucha para que no veamos cercenados nuestros derechos.

Por eso quiero recordarle al Gobierno del PP que el "nosotras decidimos" sigue más vigente que nunca. Que "nosotras decidimos" como personas libres que somos y no aceptamos imposición o prohibición alguna en lo que concierne a nuestros derechos sexuales y reproductivos. Que "nosotras decidimos" conscientemente y con plenos derechos a no ser tuteladas. Que "nosotras decidimos" a elegir nuestra propia maternidad. Que hoy, yo, a través de estas líneas quiero dejar constancia de que ni mis derechos, ni mi cuerpo, ni mi dignidad, están en venta ni se rinden ante el PP, ni mucho menos voy a consentir que se conviertan en "carne de (pecado) delito".

Portavoz del grupo parlamentario IU Aragón