No nos conformemos con el eco. El grito debe continuar. Porque sobran los motivos. Y también la desvergüenza, la impunidad, la prepotencia y el engaño. Miles de ciudadanos han salido a la calle el 1º de mayo a reclamar que la recuperación económica se refleje en el mercado laboral.

«Los trabajadores exigen recuperar sus salarios», este fue el titular de portada de EL PERIÓDICO. Y sí, exijamos, porque no hay excusas. Porque es indigno que un gobierno que mantiene los presupuestos de la austeridad, que se niega a revisar la reforma laboral, que despoja de derechos a los ciudadanos, que nos hunde en la precariedad y desnuda a los más débiles, se asemeje cada día más a una organización criminal. Se ha robado tanto que desborda la imaginación. Seguir al detalle los mil casos que van emergiendo es tarea tan hercúlea como vomitiva. La trama -sí, la trama- entre poder político, económico, judicial y mediático existe y podemos leerla y oírla en las grabaciones. Mientras, los ladrones siguen con que no hay dinero para los ciudadanos. Hay dinero, el que robaron; lo que no hay es decencia.

La estafa se ha extendido hasta convertirse en un modelo de actuación para demasiados. Empresarios que suman ganancias o errores, juegan con el miedo de los trabajadores a perder el empleo y desprecian el esfuerzo que estos realizaron para mantener el buque a flote. Pero restaurar la confianza es imprescindible. Si no, todos saldremos perdiendo.

*Escritora