Son muchas las culturas milenarias que consideran al árbol como parte fundamental de la existencia de la Tierra. Iconos universales de esencias espirituales, de embrujos y filosofías, de poemas y literatura. ¿Quién no se ha privado alguna vez de abrazar un árbol, por eso de que nos transmite su energía? ¿Quién no ha deseado, después de un día estresante, leer un libro sentado debajo de un árbol? aunque la sombra del ciprés fuera alargada. El contacto con la naturaleza, comprobado, nos sitúa en el equilibrio que vamos sorteando para mantenerlo diariamente. Después de ser conscientes de lo importante que son nuestros árboles, ahora, viendo el desolado paisaje, parece que lo fueran más por la vulnerabilidad que presentan. La causa no es ni aparente, aunque seguro que la hay en esos informes que ha entregado la empresa FCC al Ayuntamiento, que esperamos se desvelen con premura para dejar de sentir inquietud. Si imaginamos las causas que produce el desplome, éstas pueden ser muy amplias, como amplias las soluciones: apuntalar, podar, asentar las bases, son intervenciones bastante habituales, o deberían serlo. Hacer un diagnóstico y adoptar una solución, es lo que se espera en concomitancia entre FCC y ayuntamiento. Sin lugar a dudas, el mantenimiento de nuestros árboles es esencial para que no desfallezcan, para que no enfermen. ¿Cuánto hace que no vemos podas en los árboles de nuestras calles? En la mía hay pinos que les queda poco para entrar por la ventana. Los árboles han tomado un protagonismo olvidado, empezamos a mirar los árboles cuando antes solo los sentíamos. Miguel Delibes nos habla de la soledad, pero también de la derrota vencida por la esperanza, aunque parezca una metáfora, nos sirve aunque tenga casi 70 años.

*Pintora y profesora de C.F.