La Conferencia Episcopal Española (CEE) cerró ayer la etapa del ultraconservador Antonio María Rouco Varela en su presidencia y se dispone a abrir otra no de carácter abiertamente progresista pero sin duda más moderada, acorde con la personalidad del nuevo dirigente de la cúpula, Ricardo Blázquez. El titular de la diócesis de Valladolid fue nombrado arzobispo por Benedicto XVI, y ninguno de los prelados designados por ese Papa o su predecesor, Juan Pablo II, puede ser considerado progresista, pero Blázquez ya ha marcado diferencias con su antecesor en su primera intervención como presidente de los obispos españoles. Sus palabras de ayer nada tienen que ver con el frentismo de la homilía de Rouco anteayer, en el acto en memoria de las víctimas del 11-M. La imagen de la Iglesia como "una casa de puertas abiertas" y la intención de convertir en tema de reflexión las prioridades que marca el papa Francisco hacen pensar que Blázquez protagonizará un mandato alejado de la primera línea política y de la beligerancia de Rouco. Un año justo después del acceso de Jorge Mario Bergoglio a la silla de san Pedro, la CEE parece encaminarse a una transición hacia posiciones más acordes con los nuevos aires del Vaticano. Los próximos relevos de Rouco como arzobispo de Madrid, y de Lluís Martínez Sistach en Barcelona, denotarán abiertamente las preferencias de Francisco.

Blázquez conoce bien la Iglesia española, y por tanto puede convertirla en un reflejo de las nuevas prácticas vaticanas: mayor horizontalidad y una toma de decisiones compartida. El tiempo dirá del éxito de sus propósitos. Blázquez ya tuvo el báculo principal siendo solo obispo (circunstancia única hasta ahora) entre el 2005 y el 2008, y su elección supuso una gran derrota de Rouco, quien se había puesto literalmente al frente de las protestas en la calle contra las políticas de Zapatero. Mientras, Blázquez logró una mejora del 37% de la asignación a la Iglesia con un diálogo con el Gobierno socialista. Toda una clase de política, a la que luego unió un espléndido papel en el proceso contra la Legión de Cristo y el Regnum Christi. Aunque no era un candidato completamente en la línea de Francisco, Blázquez puede ser el idóneo para la necesaria transición de la Iglesia española --sustrayéndola de polémicas-- mientras el Papa consolida la aproximación del Vaticano al cristianismo de verdad.